
La luz se proyectaba cruda sobre nuestras cabezas. La bombilla pendía del techo encima de la mesa camilla. Bombilla desnuda. El cable del que colgaba estaba adornado con papel de seda recortado. Papel de seda rojo deslucido.
La mesa crujía cuando nos apoyábamos en ella. Yo ponía especial cuidado en no hacerla chillar. Durante una semana conseguí, sin que los otros lo notaran, utilizarla solamente para colocar el método de música mientras permanecía derecho en la silla.
Cuando tenía que pasar las hojas, lo hacía con precaución y naturalidad.
Creo que no llegaron a darse cuenta. Por si acaso, abandoné mi juego.
En realidad, me aburría soberanamente en las clases de solfeo.
Aparte de los crujidos de la mesa, la habitación no ofrecía el más leve pretexto para distraerse. Bombilla desnuda. Paredes desnudas. Luz cruda, luz cruda.
In illo tempore (V)
junio 22, 2011 por Antonio Pavón Leal
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