La gente no sabe qué clase de engendro es. Ni siquiera los que se declaran especialistas en monstruos. Ni tampoco los que han tenido alguna vez en su vida una mala experiencia con animales.
No hablo de perros ladradores ni de caballos espantadizos.
Hablo de una criatura que, tras hacerme morder el polvo, se introdujo dentro de mí y ahí vive desde entonces.
Entre él y yo hay una guerra sin cuartel.
Adondequiera que voy me acompaña mi inquilino. Adondequiera que voy no se priva de mostrarme sus grotescas facciones ni me libro de bregar con sus intolerables exigencias. En todo momento y en todo lugar hace valer su poder y extiende hacia mí sus brazos como tentáculos.
La gente no sabe la energía que consumes tratando de sustraerte a su influencia.
Desde el lejano día en que ese monstruo bostezó y lanzó su primer zarpazo, no he conocido la paz.
Es mi espada de Damocles que, en cuanto me descuido, se abate sobre mi cabeza. A veces, la suerte o un quiebro providencial me ahorran el golpe. O el percance se reduce a una herida en el hombro o un rasguño en el brazo. Otras veces no salgo tan bien parado.
Por eso resultan tan chuscos los consejos que, bienintencionadamente sin duda, me dan. No le hagas caso, me dicen. Sobreponte. No pienses en él. En realidad ocurre lo contrario. Es él quien no deja de pensar en mí. Quien no me pierde vista.
Cómo me gustaría abrir las puertas de mi nave para que esa aberración sea absorbida por el espacio exterior, como en la película. Hasta ahora no he tenido éxito.
En cuanto a esos especialistas y a esos paladines que presumen de matar dragones y domesticar toda clase de alimañas, aunque se les llena la boca de armas mortíferas y estrategias infalibles, ninguno de ellos ha conseguido tampoco expulsar al okupa.
Cuando el alien dormita, puedo hacerme el valiente y afirmar que no le tengo miedo ni me voy a arrugar cuando entorne los párpados. Mi experiencia me confirma que esa declaración no es más que una bravuconería.
Si el inquilino cabecea somnoliento o anda perdido por los recovecos de mi ser, eso significa que puedo hacer una vida más o menos normal. El resto son fantaseos y ganas de buscarle tres pies al gato.

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Antonio ,me ha gustado este pequeño relato o esta reflexión, no se como la catalogas tu. Es muy importante lo que dices aquí y me ha gustado. No voy a decir nada, solo que personas que viven con semejante inquilino y son capaces de llevar una vida dentro de los cauces de la normalidad, son personas muy valientes y se merecen todo mi respeto y admiración. Un abrazo
O descripción, en la misma línea que los textos cortos dedicados a otros tipos peculiares («El viejo», «La bruja», «El vampiro»). Este ha salido un poco más largo. Por eso lo he incluido también en la categoría Cuentos, aunque no contenga ninguna historia o episodio. Pero tú conoces el origen de este escrito, que es en cierto modo la respuesta a una conversación, o su consecuencia.
Creo que dentro de cada persona habitan seres extraños. Con este texto y con los otros que he mencionado, mi intención es dejar constancia de ellos. Cordialmente.
Sí, Antonio, conozco bien el origen de la «descripción» y nunca hubiera imaginado que aquella conversación hubiera dado para tanto. A veces pienso que carezco de empatía y llevo muy mal eso de ponerme en la piel de las personas que comparten reflexiones conmigo. Por otra parte hay cosas de las que digo que no me creo ni yo y pienso que si hubiese sido al revés probablemente mi reacción hubiera sido parecida. Creo que en verdad mis comentarios y recomendaciones por el tema tratado se ajustaban, nada mas, a lo políticamente correcto.
En fin, Antonio, me parece maravilloso que tu creatividad pueda convertir todo aquello en pura literatura, eso es ideal y bien sabes que lo haces bien. A mi por lo menos me encanta y siento mucho que ahora no puedo visitar asiduamente tu blog porque llevo retraso en In illo témpore, creo que voy a necesitar dos días ociosos para pasear tranquilamente por el bosque silencioso y ponerme al corriente. Lo haré.
Te aprecia mucho tu amigo Gonzalo
Según entiendo y me corrobora mi propia experiencia, la literatura es el resultado de un impulso creador que nace dentro de ti o la respuesta creativa a un estímulo exterior. “El alien” corresponde a la segunda opción.
Pienso que tu actitud fue normal; en cuanto a tu empatía, la puedo calificar de convencional. Una y otra son las que cabe esperar de una persona con un mínimo de sensibilidad.
Otra reacción que, desde mi punto de vista, se podría haber producido, era el silencio. Un silencio respetuoso porque no se comprende de qué se está hablando o porque se comprende demasiado bien.
Existe, por cierto, entre este texto e “In illo tempore” una estrecha relación, en particular con la historia cuyo último capítulo he publicado esta mañana. En ambos escritos se aborda el mismo tema desde perspectivas diferentes.
Creo que esta curiosa y significativa coincidencia espacio-temporal de una serie de hechos (una conversación y dos producciones literarias, en este caso) es lo que Jung llamaba una sincronía.
Que tengas una semana fructífera y feliz.
En fin, se confirma lo que ya intuía: nunca se va, nunca claudica. Especialmente reconozco, con una sonrisa resignada, la bravuconería en tiempos de paz; siempre cortos por cierto. Los personajes de los que hablas me recuerdan al concepto de arquetipos, idea de Jung si no recuerdo mal. La descripción ha sido muy buena, me ha gustado mucho. De hecho, sigo con el resto de lecturas. 😉
A juzgar por tu comentario, veo que has captado la naturaleza del monstruo. No lo había pensado antes, a pesar de la alusión a Jung en la segunda respuesta a Gonzalo, pero, en efecto, bien puede tratarse de filtraciones o interpretaciones de personajes arquetípicos, que, por serlo, todos compartimos.
Por esa misma razón, cada uno de nosotros debe librar su propia batalla con esos entes, que van incluidos en el lote de la aventura humana.
Me alegro de que te haya gustado este texto y espero que los otros te resulten también interesantes. Esto me anima a esbozar a otros (arque)tipos en esta misma línea. De hecho ya le estoy dando vueltas a uno en concreto. Un abrazo.
La mente hace asociaciones interesantes… Se me ocurrió pensar en esos problemas que uno suele llevar dentro, que le quitan el tiempo al hacerle a uno pensar en una solución que, por lo general no depende de uno, o si depende no tenemos las fuerzas para llevarla adelante. Y el problema nos carcome y nos desfigura la cara a ratos, como si tuviera vida propia…
En lo personal no he tenido experiencias con inquilinos de ese tiepo, pero sí con situaciones que se han metido dentro de mí y se han convertido en inquilinas por un tiempo.
Saludos!!
Creo que todos tenemos experiencias parecidas, aunque no tan radicales, a la que se expone en el cuento. Digamos que lo dramático en este caso es que el inquilino tiene autonomía y poder, por lo que es muy difícil derrotarlo o expulsarlo. Se trata de un monstruo que en la película («Alien, el octavo pasajero») eliminó a toda la tripulación de la nave salvo a la suboficial Ripley. Pero ella logró escapar y regresar a la Tierra.