Gracias, Rosa. A veces es bueno o necesario o forzoso tomarse un respiro. La creación, aunque se basa ampliamente en el trabajo, tiene un componente que escapa a nuestra voluntad. Lo hablaba el viernes con un compañero del trabajo que escribe también, y se encontraba igualmente en un atolladero literario. Los dos coincidíamos en que este fenómeno suele ocurrir en esta época del año.
Las letras me acompañan desde siempre y lo seguirán haciendo hasta el final. Que tengas una feliz semana.
Pues, no sé si es por la primavera, que tiene lo suyo, es cierto, pero la inspiración va y viene, incluso a lo largo de un solo día. Lo importante, quizás, es no perder el ‘hábito de crear’ del tó. Eso es el peligro que yo veo. Sin embargo, creo que siempre seguimos escribiendo o dibujando, aunque sea mentalmente. Tú y yo no podemos vivir sin esto, y tus letras me acompañan.
Se nota que no hablas teóricamente sino desde tu propia experiencia. Desde luego, estoy de acuerdo contigo en que es fundamental no despegarse por completo. La actividad artística, de una u otra manera, hay que mantenerla. Los motores, aunque sea al ralentí, deben seguir funcionando. Una parada total es difícil que ocurra, pues, como tú señalas en tu réplica, “siempre seguimos escribiendo o dibujando, aunque sea mentalmente”.
Se trata de una segunda naturaleza. Estamos tan enraizados en ella que ese deseo o esa voz interior pueden debilitarse pero no apagarse.
La reacción o el estímulo creador están siempre al acecho. Pero hay que pasar al acto, no sólo vivirlos internamente. Hay que materializar, exteriorizar esos impulsos, sacarlos fuera de nosotros, objetivizarlos. Ya se sabe: para declararse tales, los escritores tienen que escribir, los pintores pintar y los alpinistas escalar montañas.
Seguiré tu consejo y sustituiré el complejo vitamínico con oligoelementos que estoy tomando por una buena inhalación de polen soplado por las musas. A lo mejor para beneficiarse de sus propiedades basta con dar un paseo por el campo. Puede que algo de eso me haya pasado este fin de semana.
Es muy raro, Antonio, yo un tiempo negué esa necesidad de dibujar, ‘estoy viviendo’, me decía a mi misma (como si dibujar no lo era), y vivía, y vivía, muchas cosas horribles por cierto, pero me di cuenta que en cualquier situación que me encontraba miraba la composicion y los colores del contexto, siempre veía miles de detalles y formas, hasta que caí en cuenta que estaba dibujando sin lapiz ni papel. Y ahora que he vuelto a dibujar de forma más tangible, me levanto y me acuesto con ello y me siento tan feliz. Tambien siento que todo lo que vivi valió la pena porque ahora logro captar más cosas en las miradas de otros.
Respecto a lo tuyo, los pollen ya están dando resultado, ves!?
Un conocido declaraba muy ufano que él no leía porque prefería vivir. Hay que ser mentecato para decir eso y quedarse tan ancho. Este sujeto se pasaba las noches o gran parte de ellas bebiendo y alternando en bares, clubes y otros garitos. En esa actividad marchosa y en ver partidos de fútbol se cifraba su concepto de la vida.
Este juicio no es demasiado extraño. Bastante gente, sin llegar al extremo de ese gaznápiro, lo comparte. Es decir, ve ciertas tareas como menos vitales, como una especie de sustituto o sucedáneo de las auténticas ocupaciones.
No son pocos los que piensan que ir al cine, leer o realizar otra actividad “contemplativa” es perder el tiempo.
Pero mientras respiramos, vivimos, cada uno a su forma, de noche o de día, leyendo o bebiendo. Sobre este tema tengo escrito un borrador. He escuchado tantas tonterías al respecto que no he podido privarme de poner los puntos sobre las íes.
Lo importante es encontrar su centro o su norte. Normalmente se dan muchos bandazos antes de encarrilarse. Pero cuando uno escucha la llamada interior y sigue el camino que le marca, se llega a la conclusión que expones en tu réplica, y que se refleja en tus acuarelas. Walt Whitman habló de todo esto en el poema 46 de “Canto a mí mismo”, que para mí fue de gran ayuda cuando era jovencito y me sentía bastante perdido. Te lo dejo aquí en traducción de León Felipe: http://books.google.es/books?id=9om9R7IX8pIC&pg=PA126&lpg=PA126&dq=nadie,+ni+yo+nadie+puede+andar+tu+camino+por+ti&source=bl&ots=8HU4pJ4R_I&sig=49c6IP0KhiArEhTrYCzBDrGhscs&hl=es&sa=X&ei=1otiU8PuIqSM0wWe_IHwAQ&ved=0CDkQ6AEwAQ#v=onepage&q=nadie%2C%20ni%20yo%20nadie%20puede%20andar%20tu%20camino%20por%20ti&f=false
Antonio en letras, se te echa de menos. Vamos, un montonazo.
Gracias, Rosa. A veces es bueno o necesario o forzoso tomarse un respiro. La creación, aunque se basa ampliamente en el trabajo, tiene un componente que escapa a nuestra voluntad. Lo hablaba el viernes con un compañero del trabajo que escribe también, y se encontraba igualmente en un atolladero literario. Los dos coincidíamos en que este fenómeno suele ocurrir en esta época del año.
Las letras me acompañan desde siempre y lo seguirán haciendo hasta el final. Que tengas una feliz semana.
Pues, no sé si es por la primavera, que tiene lo suyo, es cierto, pero la inspiración va y viene, incluso a lo largo de un solo día. Lo importante, quizás, es no perder el ‘hábito de crear’ del tó. Eso es el peligro que yo veo. Sin embargo, creo que siempre seguimos escribiendo o dibujando, aunque sea mentalmente. Tú y yo no podemos vivir sin esto, y tus letras me acompañan.
Hay que inhalar pollen de inspiración. 🙂
Se nota que no hablas teóricamente sino desde tu propia experiencia. Desde luego, estoy de acuerdo contigo en que es fundamental no despegarse por completo. La actividad artística, de una u otra manera, hay que mantenerla. Los motores, aunque sea al ralentí, deben seguir funcionando. Una parada total es difícil que ocurra, pues, como tú señalas en tu réplica, “siempre seguimos escribiendo o dibujando, aunque sea mentalmente”.
Se trata de una segunda naturaleza. Estamos tan enraizados en ella que ese deseo o esa voz interior pueden debilitarse pero no apagarse.
La reacción o el estímulo creador están siempre al acecho. Pero hay que pasar al acto, no sólo vivirlos internamente. Hay que materializar, exteriorizar esos impulsos, sacarlos fuera de nosotros, objetivizarlos. Ya se sabe: para declararse tales, los escritores tienen que escribir, los pintores pintar y los alpinistas escalar montañas.
Seguiré tu consejo y sustituiré el complejo vitamínico con oligoelementos que estoy tomando por una buena inhalación de polen soplado por las musas. A lo mejor para beneficiarse de sus propiedades basta con dar un paseo por el campo. Puede que algo de eso me haya pasado este fin de semana.
Es muy raro, Antonio, yo un tiempo negué esa necesidad de dibujar, ‘estoy viviendo’, me decía a mi misma (como si dibujar no lo era), y vivía, y vivía, muchas cosas horribles por cierto, pero me di cuenta que en cualquier situación que me encontraba miraba la composicion y los colores del contexto, siempre veía miles de detalles y formas, hasta que caí en cuenta que estaba dibujando sin lapiz ni papel. Y ahora que he vuelto a dibujar de forma más tangible, me levanto y me acuesto con ello y me siento tan feliz. Tambien siento que todo lo que vivi valió la pena porque ahora logro captar más cosas en las miradas de otros.
Respecto a lo tuyo, los pollen ya están dando resultado, ves!?
Un abrazo.
Un conocido declaraba muy ufano que él no leía porque prefería vivir. Hay que ser mentecato para decir eso y quedarse tan ancho. Este sujeto se pasaba las noches o gran parte de ellas bebiendo y alternando en bares, clubes y otros garitos. En esa actividad marchosa y en ver partidos de fútbol se cifraba su concepto de la vida.
Este juicio no es demasiado extraño. Bastante gente, sin llegar al extremo de ese gaznápiro, lo comparte. Es decir, ve ciertas tareas como menos vitales, como una especie de sustituto o sucedáneo de las auténticas ocupaciones.
No son pocos los que piensan que ir al cine, leer o realizar otra actividad “contemplativa” es perder el tiempo.
Pero mientras respiramos, vivimos, cada uno a su forma, de noche o de día, leyendo o bebiendo. Sobre este tema tengo escrito un borrador. He escuchado tantas tonterías al respecto que no he podido privarme de poner los puntos sobre las íes.
Lo importante es encontrar su centro o su norte. Normalmente se dan muchos bandazos antes de encarrilarse. Pero cuando uno escucha la llamada interior y sigue el camino que le marca, se llega a la conclusión que expones en tu réplica, y que se refleja en tus acuarelas. Walt Whitman habló de todo esto en el poema 46 de “Canto a mí mismo”, que para mí fue de gran ayuda cuando era jovencito y me sentía bastante perdido. Te lo dejo aquí en traducción de León Felipe:
http://books.google.es/books?id=9om9R7IX8pIC&pg=PA126&lpg=PA126&dq=nadie,+ni+yo+nadie+puede+andar+tu+camino+por+ti&source=bl&ots=8HU4pJ4R_I&sig=49c6IP0KhiArEhTrYCzBDrGhscs&hl=es&sa=X&ei=1otiU8PuIqSM0wWe_IHwAQ&ved=0CDkQ6AEwAQ#v=onepage&q=nadie%2C%20ni%20yo%20nadie%20puede%20andar%20tu%20camino%20por%20ti&f=false
Y en versión original: http://www.potw.org/archive/potw375.html
Un abrazo