
Neblina.
Mañana de verano.
El río corre
al fondo del barranco.
Íbamos los jarales
atravesando.
Por la ladera.
Jadeantes, encorvados.
Queda poco, alguien dijo,
para llegar a lo alto.
Suspendidos nosotros
en mitad del espacio.
–
Y entonces ocurrió.
Fue cuando
un ángel me ofreció
juncal
poleo amoratado
para mi ojal.
El ángel de la angustia
mayo 24, 2011 por Antonio Pavón Leal
Qué sonoro y musical! Me ha gustado mucho.