Flota en el aire un olor a violetas,
tan sutil como la melancolía
que rezuma gota a gota este día
declinante, de arreboladas vetas.
Mientras se alejan las preciadas metas
o van desmoronándose a porfía,
mientras disminuye la algarabía
y se debilitan las pataletas,
la fragancia se hace más perceptible.
Es el momento de cerrar los ojos
y comprobar que el milagro es posible:
ramos de lilas en lugar de abrojos
verás y oirás el inconfundible
descorrerse de enmohecidos cerrojos.

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.


Qué bonito soneto! Me gusta.
Merci bien.
la fragancia se hace más perceptible.
Es el momento de cerrar los ojos
y comprobar que el milagro es posible:
Es precioso este soneto.
Me alegro de que te guste. Este soneto se encuentra también entre mis preferidos, tal vez por ese toque de melancolía asociado a la fragancia de las violetas y al paso del tiempo. Por supuesto, todos los sonetos publicados son hijos míos y los quiero a todos 🙂
Una apertura o inicio, un descender sosegado o trayecto y un final con frescor, maravilloso final florido al igual que el comienzo. Precioso acorde de palabras, Antonio, más perfecto no creo que pueda escribirse, quizás lo más hermoso es la naturalidad de tus pinceladas, la luz que les da a las emociones y su sencilla expresividad, porque lo difícil está en lo aparentemente más simple.
Al leer tu poema me ha llegado el frescor de las flores y la musicalidad de tus palabras, la importancia de los sentidos para estar comunicados con lo que nos rodea, con la Vida misma. Un abrazo.
Es un soneto con olor a lilas y violetas. Un soneto donde predomina el morado y donde hay una pincelada de rojo crepuscular.
El morado es una mezcla de azul y rojo al cincuenta por ciento.
El morado es el color de los secretos. El poema concluye con ese «descorrerse de enmohecidos cerrojos» que abre una puerta clausurada. Ojalá detrás aparezcan la aceptación y el equilibrio.
Yo también creo, Teresa, que lo sencillo es lo más difícil. Alcanzar esa expresividad fluida, sin tropiezos, natural, como un manantial que brota sin esfuerzo de la tierra, es mi meta como escritor. Y como persona.
Gracias por tu comentario que, como todos, me ha encantado. Un abrazo.
Primordial lo que dices Antonio, así es y debería ser en muchas personas: » es mi meta como escritor. Y como persona».