Como interminables filas de hormigas entrecruzándose, soslayándose, presurosas siempre. Como moscas en los días de verano. Posándose en el brazo, en la nariz, en la frente. No dejándote en paz. Volviendo cuantas veces son espantadas.
Mariquitas anaranjadas y punteadas de negro que extienden sus élitros y levantan el vuelo. Libélulas de cuerpo rojizo y alargado. Mantis religiosas que se confunden con las ramas verdes. Cigarrones de patas saltadoras. Mariposas blancas, amarillas, azules. Zapateros con su caparazón rojinegro semejante al escudo de una tribu africana.
Y esa comezón sólo comparable al placer de apresar, de enjaular, de escribir, de ver cómo se mueven en la palma de la mano, de crear una frase.
Climatérico, perdulario, tunda, paripé, acharado, esmorecido, conchabarse, engolliparse, bitácora, cotufa, destemplanza, barbián, añil, al retortero. Y la magia contenida en mahaprajnaparamita.
Tan parecidas a los insectos. En un descuido las atrapas. Si las convocas, no vienen. Si les tiendes una trampa, la burlan. Si abandonas, se te agolpan en la cabeza. No hay tretas que desconozcan.
Las encuentras en cualquier parte. Del brazo de un palurdo incapaz de apreciar su belleza. En informes oficiales, folletos turísticos, seriales lacrimógenos. En prostíbulos, congresos, tabernas.
Pero cuando más las necesitas, no acuden a tu llamada, se hacen las sordas, permanecen ajenas. Y luego van y se venden al primer postor.
In illo tempore (LIII)
marzo 13, 2012 por Antonio Pavón Leal
Me ha gustado mucho la comparación, y sí las atrapaste a todas al menos de momento en este post. !Enhorabuena!
Se las atrapa y ellas vuelven a escapar. No son de nadie. Son libres. No es raro que a uno se le quede cara de bobo contemplando cómo revolotean sin dignarse aterrizar en la página en blanco.