V
Miró en dirección a la ventana entrelarga que se transmutó en otra alta y más bien estrecha. Por ahí se asomaba Lucio al interior de la habitación, donde, sentado en un sillón de mimbre, estaba su abuelo envuelto en el sahumerio azul de las plantas aromáticas que quemaba en su pipa de barro.
Lucio no sentía la frialdad ni la sordidez de la cárcel. Sólo echaba de menos la luz, incluso la de las antorchas.
Pero este silencio y esta tranquilidad eran un regalo que los dioses le hacían. Cuando llegase el momento, despuntaría el alba.
Mientras tanto, por qué no abandonarse y disfrutar de esta plácida noche poblada de recuerdos.
No le molestaba siquiera esa punzada en el costado que le dificultaba la respiración.
¿No había escrito también el poeta: “En algún recodo de tu encierro / puede haber una luz, una hendidura”?
Tenía la impresión de que el camino hacia los dioses estaba expedito, e incluso de que volaba hacia ellos. No lo cercaban gruesos muros de mortero. Nada lo ataba.
La oscuridad se iba diluyendo. Por la ventana entraba la primera luz del día.
Lucio se volvió para comunicar a su vecino esta buena nueva. Para hablarle de esta noche apacible. De su alegría al contemplar ese leve resplandor.
Se volvió pero a su lado no había nadie.
Nota.-Los versos citados pertenecen al soneto “Para una versión del I King” de Jorge Luis Borges.
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in my earlier years of life i read a lot of borges and cortazar, wonderful writers!
I have read both of them too.They are two great writers.
I keep on reading Borges.This story is inspired in part by his sonnet “For a version of the I King.”
Best regards.