1
Tontamente pensaba
que por haber venido
a este valle de lágrimas
la vida me debía
una compensación,
porque no tiene gracia
ir abriendo los ojos,
grandes, desorbitados,
para darse uno cuenta
de dónde ha aterrizado.
2
Poco a poco uno aprende
—su buen trabajo cuesta—
que alzar el puño al cielo
no merece la pena.
Estamos siempre solos.
Así es como nacemos.
Así es como morimos.
Y en los malos momentos
nadie viene a indicarnos
el camino correcto
Cruces, bifurcaciones,
eso es asunto nuestro.
3
Poco a poco uno admite,
aunque mucho le pese,
esta verdad tan simple,
dolorosa, evidente:
la vida no nos debe
nada absolutamente.

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Para mi la pregunta tambien es, ¿si debemos algo a la vida?..
Un abrazo, Antonio.
Tu pregunta es más juiciosa. No se trata de qué nos debe la vida sino de qué le debemos. Y creo que es todo. Pero ciertamente nos hacemos ilusiones, creemos esto o lo otro, hasta que descubrimos que ese planteamiento es pueril. La vida no nos puede dar más de lo que nos ha dado. La vida en sí misma es un don, el mayor don que podemos recibir. Un abrazo.
Yo pagué muchíssimo, no debo más nada a nadie.
Todos pagamos un precio. Pero es verdad que la cuantía puede variar mucho. Hay precios razonables y otros excesivamente altos. Me alegro de que estés libre de deuda, y de que seas dueña de tu vida. Saludos cordiales desde el Sur.
Piensas como un filósofo y escribes como un gran poeta de la vida; debe ser delicioso tenerte como amigo y conversador cotidiano, próximo, cercano…
Un cálido abrazo!
Gracias, Bárbara, por ese halagüeño perfil que has trazado. Pero soy más bien callado. Prefiero escuchar (si quien habla no es una persona compulsiva, una de tantas apisonadoras humanas) a hablar. Así es como saco material para mi trabajo literario 🙂 Un abrazo.
Y de la reflexión resulta un quehacer sólido y sabio…
Un abrazo.
La sencilla verdad caminaba entre nuestros inciertos presagios, solos, así es la danza de la soledad, donde no encontramos acompañante alguno que nos coja del brazo para girar y girar…irremediablemente solos…¡tantas caretas sobre el asunto tan temido por el individuo!, ¿ para qué?, la respuesta es única y sincera…
La conclusión del poema es la que vida no nos debe nada. Es una simple y a menudo dolorosa constatación, que la experiencia confirma.
Cada cual debe gestionar su vida sin esperar que nada ni nadie venga a sacarle las castañas del fuego.
La vida, digo en otro poema de esta serie, es un don y como tal hay que aceptarla, sin dramatismos ni aspavientos.
Gracias por la música de Berlioz.
Reblogueó esto en Site Title.
Gracias por rebloguear. Saludos cordiales.
muchas gracias. Los mejores deseos-