Tengo tanto que hacer
a todas horas
que de dónde sacar
cinco minutos.
Tengo tanto que hacer
que acabo el día
mortalmente cansado.
Y después está la vida
social
(eso se sobreentiende)
que nos exige
estar siempre a la altura.
Y si bien nadie ignora,
por haberlo sufrido en carne propia,
que no hay mayor fastidio,
¿quién es el guapo que se planta?
Es difícil (imposible, diría)
encontrar ese tiempo necesario.
Lo curioso del caso
es que cinco minutos
pueden ser suficientes,
cinco minutos
sin peros ni evasivas,
sin dimes ni diretes,
sin rodeos ni engaños.
Lo curioso, lo trágico.

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported
Precioso, un abrazo
Gracias, Cristina.
Me encantó.
Un fuerte abrazo.
Me alegro de que este poema sobre el exceso de ocupaciones y otros aturdimientos te haya gustado. Un abrazo.
A veces es mejor no sumergirse en lo social, necesitamos momentos de reflexión, que nos ayudan a construir esos bonitos poemas.
Yo al menos los necesito.
Gracias por tu comentario. Un cordial saludo.
Que cierto lo de los cinco minutos…. cinco minutos bastan muchas veces para hacer o decir lo que se necesita, lo que basta o lo que mata.
Saludos!
Aprecio mucho ese tiempo en el que uno se pone al margen de cualquier expectativa. Esos minutos son siempre gratificantes. Por lo general invertimos nuestro tiempo y nuestra energía fuera, pero también conviene dejarlos fluir para sentir la vida en nosotros mismos.
¿A la altura de qué? 😉
A la altura de las circunstancias, por supuesto.
😀 Ufff!
Después de ver tus dos últimos posts creo que comprendo mejor el significado de esa exclamación 🙂