Pinos parasoles, chopos plateados
festonean caminos y riveras
—enhiestas, resplandecientes lumbreras
que sombrean los florecidos prados—.
Una manada de toros jaspeados
y albos corceles de recias cimeras,
aburridos de añagazas y esperas,
en estampía salen, desmandados.
El fulgor de la tarde es ambarino.
Cuando mueren ¿adónde van los sueños?
En medio del silencio vespertino
pasa un cortejo de fruncidos ceños
y un féretro de madera de pino
con coronas de lotos y beleños.

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Este poema es muy machadiano. » Cuando mueren ¿adónde van los sueños?
En medio del silencio vespertino, una centelleante pregunta, me suena a Dumas.
Es un honor que este soneto te recuerde a Antonio Machado.
Me sorprende tu referencia a Dumas (¿el autor de «Los tres mosqueteros» o el autor de «La dama de las camelias» que, como sabes, eran padre e hijo?)
Más bien a Dumas padre, y en algo a su hijo también, en las Damas de las Camelias tenía similitud con su papá. Tantas lecturas Antonio nos traen sonoridades semejantes.