27.-La posmodernidad no puede evitar mirar hacia atrás y colocar las cosas en su sitio. Más que una tentación irresistible es un tic nervioso que se dispara solo.
Las coloca aquí o allí, más lejos o más cerca, y si hay que escamotearlas, se da un pase de magia y visto y no visto. El caso es que el conjunto luzca bonito y pueda ser contemplado placenteramente.
Cambiar, retocar, acicalar, esconder bajo la alfombra, inflar, desinflar…la panoplia de recursos es amplia en esa reubicación gozosa y, es fuerza decirlo, virtual, que es el terreno donde la sociedad posmoderna está ganando todas las batallas.
Este trajín en busca del efecto deseado, esta delirante actividad, se aprecia sobre todo en el campo histórico y en el literario (en esos rescates a palos, en esos silencios vergonzosos, en esas hipócritas admiraciones, en esas actitudes tan chuscas que llegan incluso a la prohibición).
Las gafas deformantes y las amplias anteojeras de cuero son los medios que permiten releer interesadamente o ignorar olímpicamente los hechos del pasado. La piedra de toque la constituye la satisfacción egoica.
El fin justifica cualquier disparate. El fin que no es un mundo más justo, sino un mundo más majo, a la medida de mis pueriles deseos, en el que mi exquisita conciencia no sufra sobresaltos, un mundo en el que el respeto y la objetividad deban refugiarse en la clandestinidad, pero en el que pueda proyectar a diestro y siniestro mi fabulosa fantasmagoría.
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me gustó mucho esta reflexión. yo tb me declaro enemigo incondicional del kitsch. un saludo
Gracias, Javi. Saludos cordiales.
Esto es más que una reflexión, mi querido Antonio, este es el grito de hartazgo de muchos de nosotros, respecto de esta época indigna e indignante y altamente aburrida que nos ha tocado vivir. Genial y duro texto, como es la verdad. Abrazo inmenso, amigo.
Desde luego, se trata de una crítica de nuestra época, de esta posmodernidad a la que he dedicado otros artículos o que más bien ha suscitado en mí una inevitable respuesta, y en todos aquellos que tienen las suficientes lucidez y perspectiva para comparar, valorar y hacer balance.
Dicen, y seguro que es verdad, que todas las épocas tienen su cara y su cruz. Hay que vivirlas, como nosotros la nuestra, para ser consciente de sus miserias.
Este texto está centrado en la realidad española, aunque me consta que en todas partes cuecen habas.
Miro hacia atrás y luego contemplo el presente, y siento que éste no es mi tiempo, no el que soñé y por el que me comprometí, sino otro virtual donde el populismo y las imposturas resultan harto penosas. Sólo me consuela pensar que es el tiempo de mis hijos. Ellos tienen otros referentes, otra historia personal. Aunque sufren las consecuencias de políticas irresponsables y demagógicas, y lo tienen difícil, saldrán adelante, asimilando lo mejor y rechazando tanta palabrería absurda, tantas mentiras, tantas manipulaciones. Y paro el carro. Feliz fin de semana.
Triste realidad que también sufrimos en estas tierras mexicanas, Antonio. Esperemos que de tanta basura,haya algo rescatable que permita vislumbrar un futuro luminoso. Buen fin de semana para ti también y una mejor semana para todos. Abrazo grande, amigo.
Esto se está dando por todo lado. Y añadiría que no es solo en la ‘altas’ esferas de poder, donde nos diseñan las politicas (sociales, económicas etc) de turno. Ultimamente me sorprende tambien mucho el ‘pequeño experto engañoso’. Desde el dentista con una obsesión por los implantes, hasta el panadero que te vende un pan ‘doblemente horneado’. Creo que soy más joven que tu Antonio (;-) pero igual no me reconozco en las mentalidades predominantes y siento una gran impotencia frente a ellas. Pero leyendo, dibujando, escribiendo -y compartiendo estas cosas-, todo es más aguantable. Alivian mucho el humor y tus escritos ásperos 😀
La edad contribuye a moldear tu visión de la vida, a afinar tu perspectiva, a soltar lastre y a creerte la mitad de la mitad de lo que oyes e incluso de lo que ves, pero no lo es todo. Se puede ser viejo y memo (haber aprendido poco o nada con la experiencia, sobre todo si uno es corto de entendederas o si hay interferencias ideólogicas). Yo pienso que una vida medianamente vivida aclara la mirada y más o menos pone las cosas en su sitio.
Es cierto lo que dices. Hay injerencias a todos los niveles. No sólo las que vienen de arriba sino también de esa pléyade de especialistas que, si los dejas, te arrinconan. Tú has puesto algunos ejemplos. Afortunadamente todavía quedamos unos cuantos que, independientemente de los años que tengamos, creemos en la libertad, y cada uno en su campo sigue luchando por ella. O sea, sigue ejerciéndola que es la forma de lucha más eficaz, por no decir la única. Así pues, mientras el cuerpo aguante y el desánimo no haga demasiada mella, seguiremos escribiendo, dibujando, leyendo, soñando…todo ello, a ser posible, aderezado con humor, a ejemplo de nuestro padre Cervantes.
Suscribo todas y cada una de tus palabras; qué tiempo más mediocre donde reina la impostura, lo ramplón está de moda y… ¡en fin lo has expresado tan bien! Tampoco este presente lo siento mío ni es por esto por lo que luché ni por lo que me comprometí.
Un cordial saludo..
Está claro que tienes las suficientes lucidez y perspectiva para compartir esta valoración. La experiencia o la veteranía es siempre un punto a favor de quien la tiene. Entre otras ventajas, sirve para apreciar el día a día. Si a eso añadimos algunas dosis de sentido del humor, entonces estamos ya a un paso de la sabiduría 🙂
Gracias por tu comentario y saludos cordiales.
Lucidez no sé, años los suficientes para haber vivido la ilusión de cambiar las cosas y haber peleado por ello con personas de gran valía ética y moral. En cuanto al humor es parte fundamental de la inteligencia o eso creo; por eso los estoicos son tan aburridos mientras que los epicúreos rozan la sabiduría en su disfrute de la vida y en su amor al otro… sin humor el día a día se vuelve gris.
Gracias a ti por tu blog.
Un abrazo.
Comentaba un juez español, que su abuelo (también juez) decía que en este país, no se cortaban cabezas, que se cortaban pies, para que nadie pudiera salir de donde estaba y para que nadie pudiera destacar… Han pasado muchos años desde aquello, pero el modo de actuar sigue siendo el mismo… Creo que tenemos que ponernos a buscar soluciones. Saludos.
Ni la cabeza ni los pies. Lo mejor es vivir enteros. Hay mucha afición a cercenar para ajustar al personal a las medidas que algunos tienen por ideales. El problema de fondo es la mezquindad y la envidia, creo. Y la solución el respeto, el reconocimiento del otro como alguien que, forzosamente, no tiene que compartir mi visión del mundo, en cuyo caso hay que proceder a las amputaciones o a una expeditiva eliminación. Buen comienzo de semana.
Tienes toda la razón, feliz semana entera.