Un deseo imperioso,
según los viejos mitos,
llevaba a los antiguos
a trazar laberintos.
En las villas romanas
abundan los ejemplos.
Con brillantes teselas
vestían el secreto.
La esencia y la apariencia,
el nombre verdadero,
el santo de los santos,
el terrible misterio.
Los antiguos trataron
mediante laberintos
de abrir una tronera
al espacio infinito.
Un sinuoso camino
que conduce cabal
al lugar donde fulge
la cámara nupcial.
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Misterio y pasado… a dónde conduce…’
No sabría decir, quizá tú tengas una idea 🙂 ¿a la realización total del ser humano?
Saludos cordiales.
Nos atrapa el misterio y es evidente que el pasado es lo vivido y lo que nos encamina a ser lo que somos, pero no me atrevería nunca a pensar o afirmar que nos lleva a la realización total.
Unos aprenden por su eterna curiosidad y ganas de conocer y otros ni aún llevándolo a su nariz o a sus ojos, a sus oídos y regalándoselo mascado, son capaces de asimilar… La realización del ser humano es aprendizaje, sacrificio, lucha y sobre todo necesidad, si se carece de eso, dudo mucho que se llegue a parte alguna.
Saludos
Magnífica respuesta. Yo pienso que el ser humano es apertura, aparte de aprendizaje y esos otros factores que tú señalas. Es una larga, y a menudo difícil, marcha hacia su propia trascendencia, hacia una realidad superior de la que formamos parte, que nos constituye. Ya sé que es una visión de tinte más religioso que filosófico o racional, pero la idea del regreso a nuestro origen, a nuestra verdadera patria, al «santo de los santos», como se dice en el poema, me es muy cara. Cordialmente.
Ocultar nuestra esencia en el laberinto…, ha sido siempre el camino para separar a los iniciados…, según avanzas, así puedes descubrir más y más…, bello poema. Saludos.
Hasta llegar al centro, que es también la salida del laberinto, a esa «tronera al espacio infinito» por la que alcanzamos la libertad y el cumplimiento de todos los deseos, impulsos y sueños que alberga el alma humana. Pero ¡ay! antes es necesario recorrer el laberinto, es necesario sufrir esa iniciación inherente a nuestra condición. Buenas noches.
Si, tienes razón, pero la meta lo merece. Saludos.
Antonio, pero entonces, por qué ‘cámara nupcial’? Espero que no te moleste que te lo pregunte, pero dudo si lo estoy pillando hasta el final…
No me molesta en absoluto que me preguntes lo que quieras. Al contrario, tu interpelación y tu interés me sirven para que yo mismo reflexione sobre lo que escribo. Debo aclarar, en primer lugar, que, cuando se trata de poesía, de escritura poética, yo no soy quien dirige las palabras sino que son ellas quienes marcan el camino. Yo me limito obedientemente a seguirlo o a seguirlas, a acogerlas, a facilitar su emergencia. No tengo ningún bosquejo ni plan establecido. Tan sólo una predisposición, un impulso, una necesidad expresiva que no sé de dónde viene, si de dentro o si de fuera de mí. En prosa es diferente. Tengo mis anotaciones, mis ideas más o menos perfiladas, incluso mi borrador. Pero la poesía es un chapuzón en lo desconocido, es la literatura como exploración y descubrimiento.
Tras este preámbulo puedo añadir el dato concreto de que éste es el quinto y último poema de una serie consagrada al tema de los laberintos. Y naturalmente mi propia interpretación del verso final.
Veo en él reminiscencias de San Juan de la Cruz, en concreto del Cántico Espiritual (de las canciones entre el alma y el esposo). E incluso, dando un paso más, del Cantar de los Cantares. Es decir, del encuentro final con Dios, con el Creador, con el Sumo Hacedor, de esa unión a que aspiraba el carmelita.
Ese verso final, esa referencia a los esponsales, al matrimonio espiritual, esa última estrofa, ese giro místico al tema del laberinto humano, no fue un efecto buscado ni previsto sino la inesperada conclusión del poema. Como autor sólo me queda transcribirla, dejar constancia de ella. Como lector hacer la interpretación o el análisis que estime más certero, que puede o no coincidir con el de otro lector. Y esto es lo que he hecho a petición tuya. Buen fin de semana.
El autentico poeta sabe que son ellas, las palabras, las que lo conducen…me siento muy cerca de la definición que haces del acto creador en poesía; el más libre y auténtico, el más puro. Y lo dices tal y como es: la prosa es otra cosa. Totalmente de acuerdo contigo en tu contestación a Rosa de los Vientos. El poema es precioso, clásico y profundo.
Un abrazo.
Se puede escribir por encargo o para un premio literario cuyo tema es «El ferrocarril». Hay quien lo hace y los resultados son de calidad. Pero la literatura, o mejor dicho, la creación literaria tiene para mí una dimensión existencial de forma que la concibo primariamente como descubrimiento, búsqueda de sentido, medio de subsistencia (no a nivel económico precisamente)… A lo mejor es pedirle peras al olmo. Mi poesía, en particular, responde a esta visión que se remonta como mínimo a la antigua Grecia.
Los adjetivos que aplicas a este poema me producen una gran satisfacción. Entiendo que la lectora ha andado el camino con el autor, ha recreado la composición, la ha vivido…¿No es ése el objetivo: conectar, empatizar, ampliar el horizonte, sensibilizar, profundizar? Un abrazo y feliz verano.
Justamente tu poema me llevó de forma inmediata, como un eco preciso y real a Grecia y a Roma, al mundo clásico donde la belleza es plena. Y sí que me llevaste de la mano… por ello gracias de nuevo. Un cálido abrazo y feliz verano.