VII
Cuando se percató de que lo habían abandonado a su suerte, era tarde para quitarse de en medio.
Los otros habían ido ocupando posiciones. Desde su atalaya no le pasaron desapercibidas las maniobras encaminadas a rodearlo y a cubrir la retaguardia en previsión de cualquier eventualidad.
Se acercaron describiendo un amplio círculo que se iba estrechando de forma que no quedase un palmo de terreno sin explorar.
Sólo le dio tiempo de bajar apresuradamente de la roca, pero un destacamento de soldados enemigos le interceptó el paso, tomando como primera providencia la de maniatar al prisionero.
A continuación lo condujeron a empellones a su cuartel general donde fue juzgado en sumarísimo consejo de guerra.
Durante el proceso el condenado se obstinó en un mutismo del que apenas lograban sacarlo con mojicones y amenazas. De todas formas el interrogatorio fue breve. Se trataba a todas luces de una causa perdida.
Sólo había que esperar la condena y rezar para que ésta fuese benévola.
La lealtad del zangolotino hacia sus camaradas durante el juicio fue insobornable.
Lo sentaron en el suelo y le ataron también los pies. Luego establecieron turnos de vigilancia. Hasta el anochecer se fueron alternando con regularidad castrense, siendo el frío y la oscuridad los que pusieron fin al cautiverio.

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Oh, one of the most beautiful I’ve ever seen!
Thank you very much. Have a happy evening.
El tema del abuso de poder me rompe el alma. También cuando escucho las noticias. Lo describes muy bien. La amenaza continúa.
El poder, que, según mi saber y entender, siempre constituye un abuso, es uno de mis temas recurrentes. No lo busco yo. Me busca él a mí. Este verano he estado trabajando en uno de mis proyectos aparcados cuyo hilo conductor es precisamente ése. Esa amenaza se cierne permanentemente sobre nosotros.
Estoy totalmente de acuerdo y me gusta que te atrape ese tema, que sabes darle un vuelco literario.