Observando en el lado izquierdo al sol, recostado en la sombra a la derecha, tanto un lado como el otro es un único sentido, con su Todo y su Nada, no son dos lugares diferentes ni mejor el uno que el otro, hermosas fotos.
Qué bien explicado. Todo y Nada, Luz y Sombra coincidiendo en el mismo ser. Componiendo, en definitiva, la grandiosa y hermosa unidad personificada en esta encina.
Si nos olvidásemos del lado derecho y el izquierdo, y buscásemos el lugar del encuentro sería más gratificante, pero eso no lo entienden muchas personas, siempre se interpone las falsas luces.
Si fuésemos capaces de ir más allá de las apariencias, de no vivir con la nariz pegada a los clichés, a los prejuicios, a las clasificaciones, la convivencia ganaría mucho.
Esta encina centenaria nos da un silencioso ejemplo, una magnífica lección a la que, como es habitual, haremos oídos sordos.
La encina, ese árbol bien plantado y recio, firme, a cuyo tronco siempre es un respiro asirse, a cuya sombra siempre es un consuelo acogerse. Hay algunas personas, pocas eso sí, que son como el encino.
Gracias, querido bardo, por regalarnos la sensibilidad de tu ojo. Se te quiere y admira mucho, frater.
Cher ami, pareces uno de los personajes de El Camino De Regreso, que aparecerá más tarde. Se llama Santiago Maluenda y hace reflexiones en esa línea respecto a los árboles en general y la encina en particular. Te adelanto que, entre otras peculiaridades, es un estudioso y un practicante de la magia arbolaria, que es una magia blanca, sanadora. Te mando una ráfaga de aire puro (y cálido) de la sierra, con olor a jara y romero. Un abrazo.
Qué delicia de perfumes, caro Antonio, lo recibo como un gran regalo de salud. Y estaré a la espera de Santiago. En algo, coincidimos, en creer en el poder sanador de la naturaleza, la propia y la externa, aunque él lo expresa vía la magia arbolaria, yo lo hago vía mi práctica de yoga y mi estilo de alimentación vegana.
Sabes que siempre te abrazobeso con mucho cariño y toda mi admiración para el poeta, narrador y fotógrafo culto, sensible y profundo que eres.
Observando en el lado izquierdo al sol, recostado en la sombra a la derecha, tanto un lado como el otro es un único sentido, con su Todo y su Nada, no son dos lugares diferentes ni mejor el uno que el otro, hermosas fotos.
Qué bien explicado. Todo y Nada, Luz y Sombra coincidiendo en el mismo ser. Componiendo, en definitiva, la grandiosa y hermosa unidad personificada en esta encina.
Si nos olvidásemos del lado derecho y el izquierdo, y buscásemos el lugar del encuentro sería más gratificante, pero eso no lo entienden muchas personas, siempre se interpone las falsas luces.
Si fuésemos capaces de ir más allá de las apariencias, de no vivir con la nariz pegada a los clichés, a los prejuicios, a las clasificaciones, la convivencia ganaría mucho.
Esta encina centenaria nos da un silencioso ejemplo, una magnífica lección a la que, como es habitual, haremos oídos sordos.
La encina, ese árbol bien plantado y recio, firme, a cuyo tronco siempre es un respiro asirse, a cuya sombra siempre es un consuelo acogerse. Hay algunas personas, pocas eso sí, que son como el encino.
Gracias, querido bardo, por regalarnos la sensibilidad de tu ojo. Se te quiere y admira mucho, frater.
Cher ami, pareces uno de los personajes de El Camino De Regreso, que aparecerá más tarde. Se llama Santiago Maluenda y hace reflexiones en esa línea respecto a los árboles en general y la encina en particular. Te adelanto que, entre otras peculiaridades, es un estudioso y un practicante de la magia arbolaria, que es una magia blanca, sanadora. Te mando una ráfaga de aire puro (y cálido) de la sierra, con olor a jara y romero. Un abrazo.
Qué delicia de perfumes, caro Antonio, lo recibo como un gran regalo de salud. Y estaré a la espera de Santiago. En algo, coincidimos, en creer en el poder sanador de la naturaleza, la propia y la externa, aunque él lo expresa vía la magia arbolaria, yo lo hago vía mi práctica de yoga y mi estilo de alimentación vegana.
Sabes que siempre te abrazobeso con mucho cariño y toda mi admiración para el poeta, narrador y fotógrafo culto, sensible y profundo que eres.