A estas fotos de bonita otoñada, le dejaré un poema de mi Emilín Prados, yo le llamo así, porque era uno de los mayores y mejores poetas que hemos tenido, y nunca se le reconoció su mérito.
Canción
No es lo que está roto, no,
el agua que el vaso tiene:
lo que está roto es el vaso
y, el agua, al suelo se vierte.
No es lo que está roto, no
la luz que sujeta al día:
lo que está roto es el tiempo
y en la sombra se desliza.
No es lo que está roto, no
la sangre que te levanta:
lo que está roto es tu cuerpo
y en el sueño te derramas.
No es lo que está roto, no,
la caja del pensamiento:
lo que está roto es la idea
que la lleva a lo soberbio.
No es lo que está roto Dios,
ni el campo que Él ha creado:
lo que está roto es el hombre
que no ve a Dios en su campo
Un gran poeta Emilio Prados. No en vano fue «discípulo» de Juan Ramón Jiménez.
Es un espléndido poema. Los últimos cuatro versos son hermosamente certeros, aparte de resumir el descarrío humano y dar la clave para remediarlo.
Te dejo otra feliz composición de Emilio Prados:
Te llamé. Me llamaste.
Brotamos como ríos.
Alzáronse en el cielo
los nombres confundidos.
Te llamé. Me llamaste.
Brotamos como ríos.
Nuestros cuerpos quedaron
frente a frente, vacíos.
Te llamé. Me llamaste.
Brotamos como ríos.
Entre nuestros dos cuerpos,
¡qué inolvidable abismo!
Posiblemente siempre y sin querer dejamos huellas.
A estas fotos de bonita otoñada, le dejaré un poema de mi Emilín Prados, yo le llamo así, porque era uno de los mayores y mejores poetas que hemos tenido, y nunca se le reconoció su mérito.
Canción
No es lo que está roto, no,
el agua que el vaso tiene:
lo que está roto es el vaso
y, el agua, al suelo se vierte.
No es lo que está roto, no
la luz que sujeta al día:
lo que está roto es el tiempo
y en la sombra se desliza.
No es lo que está roto, no
la sangre que te levanta:
lo que está roto es tu cuerpo
y en el sueño te derramas.
No es lo que está roto, no,
la caja del pensamiento:
lo que está roto es la idea
que la lleva a lo soberbio.
No es lo que está roto Dios,
ni el campo que Él ha creado:
lo que está roto es el hombre
que no ve a Dios en su campo
Emilio Prados es Todo Sensibilidad y Humanismo.
Un gran poeta Emilio Prados. No en vano fue «discípulo» de Juan Ramón Jiménez.
Es un espléndido poema. Los últimos cuatro versos son hermosamente certeros, aparte de resumir el descarrío humano y dar la clave para remediarlo.
Te dejo otra feliz composición de Emilio Prados:
Te llamé. Me llamaste.
Brotamos como ríos.
Alzáronse en el cielo
los nombres confundidos.
Te llamé. Me llamaste.
Brotamos como ríos.
Nuestros cuerpos quedaron
frente a frente, vacíos.
Te llamé. Me llamaste.
Brotamos como ríos.
Entre nuestros dos cuerpos,
¡qué inolvidable abismo!
Es un hermoso poema el elegido por ti Antonio, Emilio era grandioso. Acompañaré a los dos poemas con esta música del Mundo de Arriba.