66.-Emma: “¿Qué les recomendaría a los que viven apuntando con el dedo a los demás, criticándolos, escarneciéndolos, haciendo chistes, leyéndoles la cartilla, descalificando y despreciando a todos los que no piensan como ellos o no aceptan sus tesis?” “La lectura del libro de Job” “Eso sería un castigo. A esa gente le gusta aplicar los correctivos pero no recibirlos” “Ya” “Aparte de ser rechazada, esa propuesta generaría un alud de pullas y sarcasmos” “¡Vaya novedad!”.
67.-A la corrección se opone el aire fresco. Al panfilismo la carencia de complejos. A la jactancia la espontaneidad. A la tentación de dar lecciones el cultivo de las propias aptitudes.
68.-Hay palabras contundentes, palabras espantajos, palabras arrojadizas que, se supone, deben dejar paralizado al interlocutor.
Hay también palabras que son incompatibles con ciertos adjetivos salvo que se quiera crear un bonito oxímoron.
Y palabras que son como el aceite. Tienen que quedar encima. Ser la última palabra.
Palabras volanderas, palabras insustanciales, palabras que dan grima.
Palabras santas que constelan el discurso de los tramoyistas. Palabras afiladas que esgrimen los espadachines. Los echacuervos y los histriones son aficionados a los vocablos epatantes, por si hay un burgués a tiro.
Somos lo que hacemos, no lo que decimos. Hay que replicar a esos chicos más tontos que malos en la mayoría de los casos.
Pero como somos conscientes de que el decir forma parte del hacer, de que las palabras son actos, abreviaremos la sentencia: somos lo que hacemos.
69.-Desgraciadamente la razón suele ser de quien más grita, de quien más apabulla. Una vez achantada, la mayoría de las personas consiente el despropósito en cuestión. Esta actitud más que cobarde es humana.
Cuando alguien te está dando la tabarra noche y día, sólo piensas en que te dejen tranquilo. El objetivo del murguista es obstaculizar, sofocar cualquier razonamiento sosegado. Sabe perfectamente cuáles serían las consecuencias. La primera de ellas el desmontaje de las consignas. La segunda el rechazo del agente. Para impedir este desenlace la charanga tiene que sonar fuerte y no descansar un momento.
Ya lo dijo Lenin (Goebbels retomó la frase y la popularizó): “Una mentira repetida muchas veces se convierte en una gran verdad”. Lo cual no es cierto. La mentira sigue siendo una mentira que, gracias a la machaconería, logra pasar por verdad. Y eso es lo que importa: que cuele.
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¡Magnífico homenaje a la » palabra», Antonio!. Si es verdad que somos lo que hacemos o lo que dejamos de hacer también, no lo que decimos, esto último sólo en mínima parte. Muy cierto que la mentira por mucho que sea repetida sigue siendo repetida, forma parte del » Abajo», de lo inerte, de las sombras, y la Verdad forma parte de » Arriba», de la claridad y de lo que tiene Vida.
Además la mentira al final llega a encontrar su propio final, es como la hipocresía, las dos caras al mismo tiempo utilizadas, es cuestión de tiempo que terminan separándose y por los propios actos se conoce a las persona, déjales …sólo el tiempo les desmonta su mentira, lo triste es que existen mentiras que destruyen mucho y para un largo tiempo.
Un abrazo.
En realidad, el hacer incluye todo: lo que hacemos, lo que omitimos, lo que decimos y lo que callamos. Pero, como es sabido, las palabras son traicioneras. No somos dueños de ellas sino de nuestro silencio, al que dedicaré un poema más adelante.
Palabras y mentiras están estrechamente relacionadas. Hay de quien se dice que miente más que habla. Lo cual no es tan exagerado como pueda parecer a primera vista. Basta con sumar los gestos.
Sin duda, las mentiras forman parte del reino de las sombras. El nuestro, el de los seres humanos, es el de las penumbras. Ahí nos debatimos.
Gracias por tu comentario y por «Ese lugar que llaman mañana» (siempre me descubres nuevos horizontes musicales). Un abrazo.
Un error: » Muy cierto que la mentira por mucho que sea repetida sigue siendo repetida», quise decir: » » Muy cierto que la mentira por mucho que sea repetida sigue siendo mentira».
A las palabras no se las lleva el viento y son la carga de todo lo que genera nuestro cerebro: emociones, sentimientos, intuiciones, instintos, pensamientos, conceptos, luz y sombra.
Hermosa y sesuda reflexión sobre la fuerza de la palabra, bien o mal usada, querido Antonio. La mera lectura de cada anotación ya es en sí un disfrute, llenarse de su contenido, enorme placer.
Una lección más del buen escribir en manos de un admiradísimo maestro.
Grandísimo abrazobeso con todo mi cariño fraterno, amigo querido.
Las palabras son actos, ¿no es así? Nosotros lo sabemos mejor que nadie. El empleo que se haga de ellas es responsabilidad del usuario.
Las palabras crean y desvelan (en manos de los vates) o destruyen, como cuando son utilizadas para mentir, herir o encubrir intereses bastardos.
La anotación está inspirada en quien se sirve de ellas torticeramente. En quien las empuña como un arma ofensiva.
Las palabras pueden ser tan dolorosas como una bofetada o hacer tanto daño como una bomba (depende del contexto).
Feliz semana a caballo entre el año viejo y el nuevo, querido Ernesto.
Magnífico aporte. Tremendo entusiasmo al leer el juego de palabras usado.
Una mentira que a veces por ser ingenua procura ser una verdad que obliga una reacción de personas extremadamente moralistas para finalizar en el comienzo asertivo de esa inofensiva mentira.
Gracias de nuevo, Laoch6, por tus comentarios y por tu reflexión sobre la fea práctica de la mentira.
También a mí me entusiasma saber que El Bosque Silencioso es visitado en la hermosa isla de Puerto Rico.
Los escritores trabajamos con las palabras tratando de sacarles el mayor partido posible. Con frecuencia se resisten.
La verdad es que no estoy seguro de si son ellas las que están a mi servicio o yo al de ellas. Pienso más bien lo segundo. Un afectuoso saludo.
Gracias a usted por sus encantadoras palabras.
En lo personal tuve que recurrir a la fea mentira para un buen fin o darle un suspiro a mis compañeros de trabajo. Es lamentable tener que recurrir a ella pero me tranquiliza el saber que es para un bien. Por eso cree mi blog,bajo una fea mentira (mi verdadero nombre) esto por razones de seguridad en mantener mi empleo y también para poder darle una puerta abierta a mis compañeros para que puedan expresarse;pero lamentablemente ni esto se atreven hacer por miedo a represalias de parte del trababo. Pero me mantengo fuerte en mi lucha por nuestros derechos laborales, aunque este de por medio esa pequeña mentira, que si fue hecha para un bien .
Si te parece, podemos tutearnos como es habitual en la blogosfera.
En mi comentario no hay, por supuesto, ninguna valoración moral. Estoy seguro, y así lo explicas, de que tuviste tus buenas razones para tomar esa decisión, de que tu actuación está justificada.
Os deseo lo mejor, a tus compañeros y a ti, tanto en el terreno laboral como en el personal. Cordialmente.
Muchas gracias por su apoyo, en realidad soy nuevo en esto del blog, cualquier ayuda será bien agradecida. Eso si, siempre tenga por seguro que me deleitare con sus grandes aportes. Por eso de antemano gracias.
Existe el dicho que expresa «que hay que arrepentirse diez veces por haber hablado y una por haberse callado».
Toda la fuerza e impacto torticero de la palabra, lo has anotado con la mayor elocuencia posible, para gusto nuestro.
Y refranes que dicen: «En boca cerrada no entran moscas» «Quien mucho habla, mucho peca». Y el proverbio árabe «Soy dueño de mi silencio y esclavo mis palabras». Son numerosas las máximas a favor del silencio. Por mi parte, pienso que no hay que desperdiciar nunca una oportunidad de mantenerse callado (lo cual, sin duda, es muy difícil).