En mi hombro reclinada
Mis garabatos
Contempla
Con su guadaña presta
A rebanar cabezas
Se inclina y mira
Estos palotes
Que ahora trazo
Y este acto
Tan anodino
Tan infantil
La ha confundido
De nuestra efímera
Fragilidad
No se esperaba
Licencia tal
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Así nos distraemos y no pensamos en ella
Tal vez nos distraigamos (yo lo consigo leyendo lo que escribes) pero no la burlaremos.
Lo anodino es esencial en la vida también, es un espacio abierto a un cierto estar plácidamente, evitando toda profundización, y nos calma. Garabatear, magnífico ejercicio que no practicamos y deberíamos hacerlo, para alejar toda seriedad.
En muchas ocasiones presumimos de fortaleza y no somos tan fuertes, pero sí es verdad que la fragilidad es lo que otorga fortaleza y Dios, siempre mirando hacia Arriba, a las Estrellas…siempre arriba aunque podamos estar muy abajo, y tan abajo…pero seguimos…¡ a ver cómo se las ingenian muchos que han estado en » otro arriba» porque el golpe va a ser enorme, su caída…no es para alegrarse de las situaciones, pero muchas personas se alegraron del perjuicio de sus iguales…muchas…muchas y no me equivoco.
¿ Será la vida pura estrategia?, me quedaré con estas dos palabras » Misericordia y Nobleza», por cierto no están de moda ni se vende en ningún mercado.
Hermoso poema, Antonio. Un abrazo.
¿ Y quiénes serán los más fuertes y los más débiles?…dura pugna la propia vida…pero esta en el fondo pondrá equilibrio, más bien impondrá…¡ porque las personas anda que anda…!, ¡menuditas lecciones que habrán aprendido!
No hay que tomarse las cosas demasiado a pecho. Una dosis de frivolidad no viene mal. O de distracciones, como apunta Evavill. De otra forma las obligaciones, las responsabilidades, el trato con los demás, se puede convertir en una carga agobiante.
En el poema la Pelona se asombra de que un pobre humano logre precisamente eso: afirmarse y olvidar que ella está siempre rondándonos. Un abrazo.
Qué linda la canción de Abba.
¡La claridad, esa sí que es prestigiosa y posee belleza!, nada como ella.
Y esta canción para contrarrestar cualquier pensamiento triste. Para endulzarnos la vida durante unos minutos.
Bonito poema!
Buena forma de eludir las atenciones de «la señora». Me gusta 😉 😉
Besetes…
Al final tendremos que vernos las caras. Pero de momento vamos a lo nuestro y ella que mire todo lo que quiera. Un abrazo.
El Amor a la Música es Amor a la Vida, es la historia de alguien…y cada alguien cuenta, por ser precisamente una Vida y por ser alguien. Ni que decir tiene que con defectos y virtudes somos un pequeño Universo complicado para nosotros mismos, pero eso se queda pequeño al lado del desprecio del individuo así mismo, perdiendo toda personalidad. Se empieza con una pequeña mentira, se amplia a otra mediana, alcanzando las grandes…y ya no recuerdas quien eres…¿ quién eres?.
Es una espiral que conduce al infierno. El ser humano miente por interés y por desprecio a la verdad.
Me quedo con el principio de tu reflexión: «El Amor a la Música es Amor a la Vida». Y nosotros amamos la música.
Hermoso poema, maestro. Un guiño a la vida y otro a la muerte. A fin de cuentas, con ambas hay que tener buenas relaciones y las cuentas claras.
Abrazobeso fuerte y fraternalmente cariñoso, amigo.
La escritura es una forma de combatir el absurdo o el vacío. La nada, diría Cortázar. Hay otras, naturalmente.
La Pelona, ¿no es así como la llamáis en México?, es una presencia a la que no podemos derrotar, de la que no podemos librarnos. Pero sí desconcertar con nuestros actos creativos. Con nuestra insolente afirmación.
Sobre la vida y la muerte (sobre la inmortalidad) habla largo y tendido Platón en el Fedón. Una y otra son inseparables, como la noche y el día o cualquier otro par de la serie de los contrarios. Un abrazo.
Como que ambas son anverso y reverso de una misma moneda.
La muerte tiene por estas tierras varios apelativos: la Pelona, la Calaca, y es motivo de conmemoración tradicional desde in illo tempore prehispánicos. Para todas las culturas precolombinas no había separación entre vida y muerte, entre vivos y muertos, pues unos y otros formaban parte de un todo. Fue la imposición de la religión católica la que vino a modificar esa concepción ancestral, aunque sólo lo logró a medias, gracias a la sincretización entre las religiones indígenas y la católica. Parte de ello se refleja en el hecho de que para el festejo de Muertos (1/2 noviembre) se consuma pan de muerto donde están representados la calavera y las canillas sobre un bollo grande de masa dulce de trigo, así como calaveras de azúcar o chocolate que llevan inscrito el nombre de la persona a quien se le regala. El sumum se representa con la Ofrenda ritual a los muertos, fenómeno cultural invariable para la época, que va desde las de tradición indígena hasta la mestiza. Es el momento en que se rompe la barrera dimensional entre vivos y muertos para que convivan ambos y sean reverenciados los segundos.
Abrazobeso con cariño fraterno invariable, Antonio querido.
México es un país exuberante y barroco (y, según Antonin Artaud, surrealista). Sus colores, su bullicio, sus festejos como ese Día de los Muertos, del que me informas puntualmente, y que ya conocía por la literatura y por el cine, son una prueba de ello.
El pasado otoño vi la última entrega de James Bond, titulada “Spectre”, que empieza precisamente con un macabro y divertido desfile que desemboca en el Zócalo.
En México los límites que separan el reino de los muertos del de los vivos son más difusos que en España, y, cuando se estrena noviembre, durante unos días, son abolidos. Las escenas de tus compatriotas comiendo y bebiendo en los cementerios, o sea, conviviendo con sus difuntos, son sorprendentemente gratas.
Yo no creo tampoco que exista esa separación neta imperante en estas latitudes. El muerto al hoyo y el vivo al bollo, se dice por aquí. O sea, al muerto se le entierra y se le olvida. Me sitúo más en la línea mexicana.
Una muestra de esta visión diferente de la muerte la constituye la traducción de un poema de un escritor senegalés que aborda este tema con sabiduría africana. El estribillo es: “Les morts ne sont pas morts”.
https://elbosquesilencioso.com/2011/08/23/souffles-alientos/
Y siguiendo en el mundo francófono, al que tan ligado me siento, no puedo dejar de citar una película de François Truffaut que me resultó bastante rara cuando la vi en Francia por primera vez. Se titula “La chambre verte” (La habitación verde).
En esa habitación, el protagonista, interpretado por el mismo Truffaut, acoge a los que se han ido. No sólo les rinde un homenaje póstumo sino que les da un sitio en la vida. La película parece, en este sentido, una ilustración del poema de Birago Diop: “Los muertos no están muertos”…Hay múltiples lazos que nos unen a ellos, siguen alentando en nuestro corazón, actuando en nuestros recuerdos. Y un día iremos a su encuentro.
Feliz fin de semana.
Hermosa apología a los muertos, Antonio querido.
En nuestra cultura, nuestros muertos siguen viviendo y no sólo es en nuestros corazones y recuerdos, sino que mucho más allá. Pero eso ya lo platicaremos tête à tête.
Sí, fue todo un revuelo la filmación de esa secuencia en el zócalo y Centro histórico de nuestra ahora Ciudad de México, ex D. F.
Desconocía esta película de Truffaut que me mencionas. Habré de buscarla para echarle un ojo. Suena atractiva la temática que maneja.
Que tu fin de semana fluya placentero en tu casa Gerena.
Abrazobeso harto cariñoso y fraterno, magister carus.
Este tema es bastante delicado, creo que lo más sensato es tomar las cosas con cierta naturalidad, pero no desvirtuar. Siempre se debe tener cierto respeto y cuidado al considerar las cosas. La razonabilidad y la sensatez del intelecto debe elevarse a veces sobre ciertas cosas en la vida y que no perdamos el norte.
¿Te refieres al tema de la muerte? Si la respuesta es afirmativa, coincido en que el respeto y la naturalidad deben regir nuestro comportamiento. Y no sólo en lo concerniente a este asunto sino en general.
Lo ancestral debe respetarse pero la Cultura es una gran vitamina para una sociedad, ni el extremado y loco avance de la modernidad con tantos artificios, los cuales hacen que perdamos el sentido y el lugar de dónde estamos, ni el atraso de la sociedad, el medio, el punto medio como decía Mozart es dónde reside lo exacto y perfecto.
Lo decía Mozart y lo decía Aristóteles: In medio virtus. La sensatez, el sentido común son las mejores vacunas para combatir las infecciones del espíritu.
También no dice mucho cuando una sociedad está preparada a nivel de estudios pero carece de reflexión, o es inmadura, la psique pueda estar mal.
La psique puede estar infestada por ideas que son virus malignos.