Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
abril 14, 2016 por Antonio Pavón Leal
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Hermosos azulejos, una vieira y me parece que la flor de Lys.
Juan Ramón Jiménez…hermosa y clara inteligencia, la adecuada no hay otra, básica sin enredos…sin andarse por las ramas…
Cállate, por Dios, que tú…
¡Cállate, por Dios, que tú
no vas a saber decírmelo!
¡Deja: que abran todos mis
sueños y todos mis lirios!
Mi corazón oye bien
la letra de tu cariño…
El agua lo va temblando,
entre las flores del río;
lo va soñando la niebla,
lo están cantando los pinos
-y la luna rosa- y el
corazón de tu molino…
¡No apagues, por Dios, la llama
que arde dentro de mí mismo!
¡Cállate, por Dios, que tú
no vas a saber decírmelo!
En efecto, son conchas peregrinas, flores de lis y flores azules enmarcadas en cruces de brazos redondeados (ignoro cómo se llama ese motivo).
Hoy es mi día de Juan Ramón Jiménez, aunque casi todos los días leo algo suyo.
¡Qué poema tan hermoso y veraz!
Te dejo este otro que he descubierto esta mañana durante mi visita a Moguer:
«Vida segunda,
ésta tan serena, tan llana,
con la conciencia toda
en todo – y yo de pie, al lado mío –
para siempre,
sobre la fuente pura
de la eternidad».
¡Hemoso poema también…la eternidad!, al final es un Hasta Luego, nos marchamos y regresamos…y significativo «con la conciencia toda en todo»…sí, Juan Ramón Jiménez hubiera sido un magnífico seleccionador de personal para una empresa, no lo dudo, más que tantas tonterías de técnicas de organigramas y etc…etc…
No logro imaginar a Juan Ramón Jiménez trabajando en un departamento de recursos humanos. Aunque, bien pensado, me gustaría formar parte del personal de la empresa en la que él se encargara de reclutar a los empleados.
¡Sí parece que estamos sincronizados, Antonio!