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mayo 26, 2016 por Antonio Pavón Leal
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Precioso árbol y su colorido, el fuego…el Espíritu Santo…o viento.
Hay un personaje en la obra del Príncipe y el Mendigo que me ha encantado por ser entrañable y se trata de Miles Hendon, debo de decir que Miles es nombrado Sir por el Príncipe Eduardo: » ¡Sir Miles!. ¡Anda!, ¡si ya me había olvidado que era un caballero!, ¡cuan maravilloso es comprobar cómo se aferra su memoria a sus peregrinas locuras!. Mi título es fantástico y necio y sin embargo, es una cosa que he merecido, porque a mi ver es más honor que le tengan a uno por digno de ser espectro de un caballero en este Reino de los Sueños y de las Sombras, que ser considerado lo bastante rastrero para ser Conde en alguno de los reinos de veras de este mundo.».
¡A Sir Miles le dejo esta gran música por merecerlo!
Un árbol poblado de lenguas de fuego. Y eso trae a la mente el Espíritu que también se manifiesta como viento, del cual dice el evangelista: «El viento sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va».
El texto de Twain tiene reflejos quijotescos.
Glorioso Mahler.
¡Acabo de unir a Miles Hendon con Mahler!, que alegría hacía tiempo que no unía de forma espontánea, me encanta…unir cosas además como distintas pero que subyace en ellas algo común, aquí la Grandeza.
Hermanados quedan en honor a la Grandeza.
Un globo, unas gomas, un rulo del pelo de mi mamá y… esos tomatitos de ese árbol/arbusto de fuego. Nosotros lo llamábamos tirahuevos y fue el precursor del paintball en modo callejerro de barrio… jeje qué rrcuerdos…
No es un arbusto sino un señor árbol, que tiene por otro nombre roble australiano, por el lugar de donde procede.

En cualquier caso te ha traído a la memoria esos recuerdos de infancia, lo cual es agradable.
Esa otra planta de la que hablas en tu segundo comentario, la auténtica protagonista de esa evocación, supongo que es esta:
Ains… lo vi mal. No es el arbusto de fuego de mi infancia. Sorry 😉
El Silencio: Su Complejidad, Su Sencillez…una mudez habladora. Si llega, si se marcha…su personalidad independiente, evocadora por siempre en el Todo Eterno, el Amor Inmutable a través de los Tiempos, la Explicación dada…por aquí, ¡ no por allí!, ¿ por dónde?…envolvente y sublime abrazo.
Envolvente y sublime es la música de Arvo Pärt, de este «Lamentate» que nos conecta con lo más profundo de nosotros mismo, con el Universo.
Fray Luís de León, magistral. ¡Sabían más que nosotros con diferencia!
ODA X – A FELIPE RUIZ
¿Cuándo será que pueda,
libre desta prisión volar al cielo,
Felipe, y en la rueda,
que huye más del suelo,
contemplar la verdad pura sin duelo?
Allí a mi vida junto,
en luz resplandeciente convertido,
veré distinto y junto
lo que es y lo que ha sido,
y su principio propio y ascondido.
Entonces veré cómo
la soberana mano echó el cimiento
tan a nivel y plomo,
dó estable y firme asiento
posee el pesadísimo elemento.
Veré las inmortales
columnas do la tierra está fundada;
las lindes y señales
con que a la mar hinchada
la Providencia tiene aprisionada;
por qué tiembla la tierra;
por qué las hondas mares se embravecen,
dó sale a mover guerra
el cierzo, y por qué crecen
las aguas del Océano y descrecen;
de dó manan las fuentes;
quién ceba y quién bastece de los ríos
las perpetuas corrientes;
de los helados fríos
veré las causas, y de los estíos;
las soberanas aguas
del aire en la región quién las sostiene;
de los rayos las fraguas,
dó los tesoros tiene
de nieve Dios, y el trueno dónde viene.
¿No ves cuando acontece
turbarse el aire todo en el verano?
El día se ennegrece,
sopla el gallego insano,
y sube hasta el cielo el polvo vano;
y entre las nubes mueve
su carro Dios, ligero y reluciente;
horrible son conmueve,
relumbra fuego ardiente,
treme la tierra, humíllase la gente;
la lluvia baña el techo;
invían largos ríos los collados;
su trabajo deshecho,
los campos anegados,
miran los labradores espantados.
Y de allí levantado,
veré los movimientos celestiales,
ansí el arrebatado
como los naturales,
las causas de los hados, las señales.
Quién rige las estrellas
veré, y quién las enciende con hermosas
y eficaces centellas;
por qué están las dos Osas
de bañarse en el mar siempre medrosas.
Veré este fuego eterno,
fuente de vida y luz, dó se mantiene;
y por qué en el invierno
tan presuroso viene,
quien en las noches largas se detiene.
Veré sin movimiento
en la más alta esfera las moradas
del gozo y del contento,
de oro y luz labradas,
de espíritus dichosos habitadas.
Eso mismo me pregunto. ¿No es ese, otro no puede ser por más vueltas que le doy, el único afán del ser humano?
«¿Cuándo será que pueda,
libre desta prisión volar al cielo,
Felipe, y en la rueda,
que huye más del suelo,
contemplar la verdad pura sin duelo?»
Carlos Fuentes: » Necesito, luego imagino». » Para crear debes estar consciente de las tradiciones, pero para mantener las tradiciones debes de crear algo nuevo». » Comencé a escribir para vivir y ahora escribo para no morir»
De la importancia de la imaginación que subviene a las necesidades.
De la innovación (creación o recreación) y de la tradición como vasos comunicantes.
De la escritura como tabla de windsurfing.
Tan verdaderas las tres frases.
Love the yellow
The way they glow 🙂
Yellow fire, in this case.
In Spanish, this tree is called «Fire tree».
Good weekend.
The pic in the middle is gorgeous: natural flames right in the middle of a tree!
Have a pleasant day, Lu
A vegetal fire. By the way, it is almost out.
Kind regards.