Como la estopa cuando prende y arde:
surge una fulgurante llamarada,
una fogata escandalosa y súbita
que dura el breve tiempo de un suspiro.
Luego no queda nada. No te engañes.
Es de lo efímero la exaltación.
Como los torrentes atronadores:
una tormenta estival los desata
y bajan rugiendo desde las cumbres,
pero cuanto más corren antes llegan.
Luego viene el silencio. No te engañes.
Es de lo efímero la conclusión.
Como los invisibles aerolitos:
de incógnito recorren los espacios
y al entrar en contacto con la atmósfera
resplandecen un segundo, no más.
Luego se desintegran. No te engañes.
Es de lo efímero la afirmación.
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Magnífico poema, resplandece por sí mismo. Si buen pronóstico lo efímero…
Gracias, Teresa.
!M A R A V I L L O S O! Antonio. Gracias
Me alegro de que hayas apreciado este poema sobre lo efímero. Un abrazo.
Precioso, precioso!
Un abrazo, Antonio.
Este poema alberga un sentimiento que se resuelve en un enaltecimiento de la transitoriedad. Un abrazo.
Siendo conscientes de esa transitoriedad, todo funciona mejor. Si? Besetes
Hay ciertos temas y experiencias que nos hacen tomar conciencia de la vida. Si mal no recuerdo, Marco Aurelio aconsejaba vivir cada día como si fuera el último. Un abrazo.
Las imágenes de tu poema son tan expresivas y delimitan lo intrascendente de: exaltar, concluir, afirmar. Al mismo tiempo es un pasaje reflexivo a valorar lo sempiterno y su trascendencia, valga la redundancia.
Excelentísimo poema. Un abrazo.
Gracias, Demian, por la valoración del poema. El tema es lo efímero, lo pasajero, tal vez una velada invitación a gozar del momento, pero, como señalas, es también una reflexión sobre lo sempiterno.
Esa visión que se consigna está relacionada con la superficie, con lo exterior, como el río de Heráclito. El trasfondo, la interioridad, es el ser de Parménides. Un abrazo.