XIV
La recuerdas, ¿verdad?
Tan fea, tan ordinaria,
siempre dando chillidos
cual rata acorralada.
Qué decir de sus gestos,
de sus saltos y risas.
No gustaba a la gente
su manera de ser.
Escuchaba pasmado
las cosas que decían.
Desde luego no era
la mejor compañía.
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