En este libro una gota de agua cae en un depósito provocando fastidio por su monótona insistencia, pero sobre todo, debido a su resonancia en esa cavidad casi vacía, adquiriendo una importancia desproporcionada que puede llevar a quien la escucha al borde de la obsesión y, en cualquier caso, a la conciencia del absurdo.
En esa espera que se alarga interminablemente caben todas las ilusiones. Sabido es que una gota de agua tras otra, aunque sea a intervalos espaciados, acaba perforando la roca más dura. Los sueños son etéreos y resisten más. Por lo general es el soñador quien se desgasta antes, quien, física y anímicamente, es vencido por la persistencia de ese breve y sonoro chapoteo que se propaga como un nefasto eco por la habitación del teniente Drogo y por toda la Fortaleza Bastiani.
“Y él, Drogo, abre lentamente los ojos: el rey, el rey en persona está inclinado sobre él y lo llama valiente. Era la hora de las esperanzas y él forjaba heroicas historias que probablemente no se producirían nunca, pero que de todos modos servían para animar su vida. A veces se contentaba con mucho menos, renunciaba a ser él solo el héroe, renunciaba a la herida, renunciaba incluso al rey que lo llamaba valiente. En el fondo habría sido una simple batalla, una batalla sola, pero en serio, cargar con uniforme de gala y ser capaz de sonreír al precipitarse hacia las caras herméticas de los enemigo”.
Pero cuando ocurre algo de verdad, o eso parece, el teniente experimenta disgusto:
“Drogo sintió que se le revolvía la sangre. Ya está, pensó, olvidando completamente sus fantasías guerreras, precisamente a mí tenía que pasarme, ahora ocurre algún lío”.
El tictac acuático, que sigue sonando impertérrito, va cambiando a Drogo por fuera y por dentro. Todavía se mantiene firme en sus expectativas. Todavía da crédito a esa lucecita misteriosa que columbra en el horizonte, y cuyo descubrimiento guarda para sí por temor a que se apague. No obstante, su entereza disminuye y su filosofía se hace más realista.
“Poco a poco la confianza se debilitaba. Es difícil creer en algo cuando uno está solo y no puede hablar de ello con nadie. En esa época Drogo se dio cuenta de que los hombres, por mucho que se quieran, siempre permanecen alejados. Si uno sufre, el dolor es completamente suyo, ningún otro puede tomar para sí ni una mínima parte. Si uno sufre, no por eso los otros sienten el daño, aunque el amor sea grande, y eso provoca soledad en la vida”.
Traducción de Esther Benítez
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Es verdad, estamos solos y especialmente cuando sentimos dolor, es intransferible.
Puedes recibir apoyo, ayuda y comprensión, eso sí, pero al final al que te duele es a ti. Por eso el dolor es tan aislante.
No he leído este libro de Buzzati pero sí sus relatos.
Saludos
El dolor es intransferible, en efecto. El teniente Drogo toma conciencia de esta verdad tan humana, antes tenía en la cabeza otras cosas que no le permitían apreciar esa evidencia.
Es cierto también que se puede sufrir, y no poco, viendo hacerlo a alguien cercano. Esa experiencia genera un dolor propio.
Me ocurre lo contrario que a ti. No he leído los relatos de Buzzati. Este libro es el más conocido de este autor. Hay incluso una versión cinematográfica. No te va a decepcionar. Un abrazo.
No conocía a Dino Buzzati, y es otro de los autores que me apunto. Lo que no sé es si la lectura resultará tan entretenida sin tus explicaciones… Un abrazo, Antonio.
Aunque no conozco tus gustos literarios, estoy casi seguro de que la lectura de este libro, que requiere cierta experiencia de la vida para su cabal entendimiento y valoración, te enganchará.
Es un libro poco complaciente. Pinta un personaje, el teniente Drogo, en el que todos nos vemos reflejados de una manera u otra. En cuanto a la fortaleza Bastiani, también resulta familiar. Un abrazo.
El ultimo párrafo que transcribes en tu post sobre el texto de Buzzati, resume todo lo que implica el dolor del ser humano (físico o moral) y que, en efecto, se vive en soledad; aunque a veces en una demasiado profunda.
No obstante, aunque es una sensación/emoción muy personal, un espíritu en verdad empático puede hacer más llevadero ese dolor, o lo que es igual, disminuir la desazón de esa soledad del doliente.
Claro está, si ronda en torno ese espíritu empático; que los hay; muy pocos, que se pueden contar con los dedos de la mano.. y sobran dedos.
Por ahí, me topé con un artículo que decía que entrar en la lectura literaria desde pequeño alimentaba y fortalecía la empatía del ser humano, por el simple hecho de identificarse y hacerse de las alegrías y tristezas/dolores de los personajes y de su entorno. Lo creo bastante viable.
Si es del todo verdad, ello explicaría en parte el desprendimiento de las generaciones jóvenes (los mentados millenians y anteriores) a los que nada que no sea su persona y el momento, les importa un soberano cuerno. No se distinguen de forma mayoritaría por leer.
Gran entrada, como siempre maestro.
Abrazobeso con harto cariño y siempre fiel fraternidad.
Es una gran verdad que el dolor es algo personal y, como dice Paloma, intransferible. Y también es verdad que el dolor ajeno puede engendrar dolor propio, no el mismo quizá pero dolor a la postre.
Es un texto muy lúcido este de Buzzati. Lo es todo el libro que trata más bien de las ilusiones sin demasiado fundamento, de los fantaseos más que de los sueños verdaderamente realizables, del autoengaño en suma.
Coincido contigo. Una mano amiga puede hacer más llevadera una situación difícil, sea del tipo que sea. Se dice que las penas compartidas disminuyen y las alegrías compartidas aumentan. Pierre de Coubertin, el fundador de los Juegos Olímpicos modernos, dijo, si no me equivoco, que el hombre es el consuelo del hombre. A condición claro está, añado, de que no vivamos presos en nuestro yo.
De la lectura, se sobreentiende de los buenos libros, sólo pueden derivar beneficios. Un abrazo, cher Ernest.
Y sin duda, este libro de Buzzati es actualísimo, en esta época que abunda de mercachifles investidos de profeta y de espejismos disfrazados de esperanza y verdad.
Abrazobeso con cariño fraterno, Antonio.
Dictus est.