284.-“Hace poco” me cuenta Emma mientras trasegamos una cerveza “Paquita y yo… ¿sabes de quién te hablo?” “De tu amiga Paquita, que mide un metro cincuenta y ha hecho voto de silencio” “No hace falta que te pongas sarcástico. Nos encontramos en el supermercado a una pareja encantadora que no para de viajar…” “Y que logra callar a tu amiga Paquita”.
Emma puntualiza: “Y que tiene siempre muchas cosas que contar. Los lugares que ha visitado, la gente a la que ha conocido, los platos exóticos que ha comido, y los buenos hoteles en los que se ha alojado. A lo que hay que sumar la cantidad de anécdotas que ha protagonizado.
“En esta ocasión no nos informó de su último desplazamiento, lo cual me produjo alivio, la verdad, porque tras la exhaustiva exposición de sus aventuras acabó siempre tarumba. Aprovechó la circunstancia para referirnos un incidente con las hermanas Mendoza, la mayor Teresa y la menor Juana.
“Ni a Paquita ni a mí nos sorprendió el percance. Ambas sabemos por dónde respiran las Mendoza. Cada uno de los miembros del matrimonio, de forma harto imprudente, atrapó a una de las hermanas para referirle el mismo o diferente viaje.
“Las hermanas Mendoza son la noche y el día. Lo único que tienen en común es que están solteras y guardan escrupulosamente las apariencias. Ahora bien, mientras que Juana lo pasa en grande escuchando cualquier historieta, Teresa se impacienta de inmediato y empieza a tirar de su hermana que tiene la exasperante costumbre de animar al narrador. Este, complacido por el interés, suministra detalles a destajo para desesperación de Teresa que está deseando largarse.
“Teresa reconoce que, como alguien la coja por banda, como se vea obligada a prestar atención contra su voluntad, como alguien la mire a los ojos y no le deje escapatoria, cae redonda. Esa abducción le roba la energía vital y se desmadeja. Esto es un hecho del que yo misma he sido testigo.
“Una debilidad cada vez mayor se apodera de ella y acaba desplomándose. Esto fue lo que ocurrió con la pareja encantadora que, quiera que no, se siente responsable.
“Teresa tiene ese fallo. No soporta más de cinco minutos a una persona dicharachera. La locuacidad y la exaltación la aturden. Su hermana lo sabe perfectamente, pero parece importarle un rábano. Teresa le ha explicado innumerables veces que esas situaciones son un cepo, que carece de fuerzas para enfrentarlas. A Juana las fuerzas le sobran y hace oídos sordos al ruego de Teresa de abreviar ese suplicio”.
“Es lógico” replico “que por sus venas corra cada vez menos sangre cuando es vampirizada. Eso le pasa a todo el mundo” “Ya, pero a ella no hace falta que la muerdan. Le basta con ver los colmillos.
“Sigo contándote. Tanto el marido como la mujer advirtieron los codazos que Teresa daba a su hermana que no quería darse por enterada, y que, cuando decaía el ritmo del relato, lo propulsaba haciendo más preguntas.
“Finalmente él y ella tuvieron que interrumpir sus respectivas crónicas y ayudar a Teresa que hubiese dado un batacazo si no la cogen a tiempo” “¿Y por qué no corta alegando cualquier excusa?” “Ese es su problema. Aunque sea en defensa propia, es incapaz de desgarrar la red social que la ha apresado”.
Comprendo a Teresa.
Me parece muy bien que la gente viaje pero que luego lo cuente…eso es inaguantable. De desmayo, sí, incluso antes de que empiecen.
Sin embargo, hay personas que lo soportan bien, incluso disfrutan con esa descarga narrativa de una sola dirección. Por ejemplo, Juana, la hermana de Teresa. Yo pertenezco a la categoría de la primera.
La coda final de tu texto resume muy bien esa y otras clases de convencionalismos de los que nos hacemos esclavos. Unas veces por exceso de educación y otras por falta de carácter. La falta de naturalidad se acaba pagando. A veces cara. Un abrazo, Antonio.
Hipereducación, apocamiento, debilidad. Rimbaud dijo: «Par délicatesse». Lo malo, o más bien lo estúpido, es que se paga un precio por algo nocivo. Rimbaud añadió: «J’ai perdu ma vie». Bonne soirée
«La abducción, tipo de movimiento de una parte del cuerpo respecto a otra, en dirección transversal.» Pues, eso….. mi lengua como una parte de mi cuerpo se mueve por si misma( transversal) haciendo pura abducción a la víctima.que me esta escuchando…jajajaj
Hablo mucho, tu lo conoces , la única excusa que tengo es que luego sufro mucho avergonzada por abusar de la gente.¡Ojo! trabajo mucho en esa direccion …controlar mi lengua. Un abrazo ,Antonio.
Lo determinante es la actitud. Si hay respeto e intercambio (reconocimiento del otro), la relación es satisfactoria. Hay personas que hablan más (tú) y personas que hablan menos (yo). Lo temible son las apisonadoras humanas. Y tú no eres una. Un abrazo.