No está claro si esta carta es un documento testimonial o un ejercicio literario. En cualquier caso el autor pone en juego estratagemas de picapleitos. En cualquier caso no hay que dudar del sufrimiento que subyace en este ajuste de cuentas.
Kafka deja la casa paterna con treinta y dos años y se instala en una de huéspedes. Lee a Kierkegaard a los treinta y cinco. En noviembre de ese mismo año (1919) escribe la “Carta al padre”. Muere con cuarenta años, en 1924.
Muchos estudiosos han encontrado en esta obra la prueba de un complejo de Edipo, que otros, para no ser menos, han negado taxativamente.
La carta transmite la impresión de que su padre constituía un modelo inalcanzable. El autor empieza reprochándole haberse sacrificado por su familia, en particular por él. A esta actitud van unidos sentimientos de frialdad e ingratitud. El resultado es el distanciamiento.
El progenitor representa la fuerza, la salud, la superioridad mundana. El hijo no sólo experimenta rechazo ante esa personalidad, sino que vive ese hecho como un arrollamiento, como un peso que lo aplasta.
La conjunción de la madre sobreprotectora y del padre autoritario se traduce en una conciencia de nulidad. Kafka reacciona revindicando el derecho a la incongruencia, a la crítica, es decir, a la afirmación de uno mismo.
La carta rezuma antagonismo. Franz echa en cara a Hermann su insensibilidad. Dado que lo dejan indiferente las penas y la vergüenza de su vástago, este dejará de hablar y se volverá taciturno. Se producirá un reforzamiento de las barreras y una fuga interior.
Amargura y desesperación es el legado del que Kafka quiere deshacerse. Concede que no se trata tan sólo de su caso personal. Esa herencia se puede hacer extensiva a su generación.
La preocupación por su propia existencia le genera angustia, la cual repercutirá en su bienestar. Los síntomas neuróticos desembocarán en una enfermedad real.
La hipocondría que se apodera de él, unida al afán de querer casarse, hará que la sangre brote de sus pulmones.
Todos los intentos de salvación de Kafka se estrellan contra la despótica figura de su padre. Uno de ellos es la escritura, que define como “pequeño intento de independencia” y como “intento de fuga con poco éxito”.
El creador de personajes emblemáticos como Gregorio Samsa y de obras referenciales como “El proceso” y “El castillo”, uno de los más resueltos exploradores del mundo onírico, se revela también como un maestro de la mordacidad en esta obrita. Una lacerante ironía la recorre de cabo a rabo. Esta carta es una acusación sin paliativos, por más que recurra a triquiñuelas judiciales para barnizar la violencia contenida en ella. Esta carta es también la constatación y la consignación del fracaso paterno. Incluso cuando parece que habla bien, mejor dicho, sobre todo entonces, la repulsa de Kafka hacia su padre y lo que simboliza borbotea debajo como un lago de lava.
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Gracias por rebloguear. Saludos cordiales.
No me extraña que escribiera «La metamorfosis». No sé si fue antes o después de «Carta al padre», pero parece que muy comprendido y apoyado por su familia no se sentía.
Su conflicto era con el padre. Con sus hermanas, en particular con una de ellas, y con su madre las relaciones eran buenas. Fue a esta a quien le entregó la carta para que, a su vez, la entregase a su padre. Pero no lo hizo. Y Franz tampoco fue capaz de hacerlo en persona. Mi opinión es que en la carta hay una buena parte de verdad y otra buena parte de impostura, como suele ocurrir en cualquier obra literaria, y la carta lo es.
Gracias por la información, Antonio.
No lo sabía.
Leí la carta hace muchos años, era joven y todo, y me impresionó mucho. Más tarde volví a ella y otra vez cuando compré las obras completas. La impresión aguanta. No sé si habrá autores como Kafka en los que su obra reúna tanto material sobre su persona. Al mismo tiempo, y tú lo señalas, todos los abismos depositados en su persona, reflejaban, y reflejan la sociedad que vivió y la que todavía hoy padecemos. Excelente entrada, Antonio. Gracias y un abrazo.
Yo la he leído y la he visto representada por José Luis Gómez en el Gran Teatro de Córdoba. Me gustan más otras obras de Kafka. Esta me parece un poco tramposa. No dudo que el padre fuera intransigente y autoritario. En efecto, Kafka es un autor clarividente, de ahí su vigencia. Es uno de los autores que más literatura ha generado y sigue generando, como prueba esta modesta reseña. Gracias a ti, Eladio. Un abrazo.
Pues, no leí la carta , pero tuve mi propia experiencix con mi hijo ; una vez hablando y recordando los episódios de su infancia con el horror descubrí la escandalosa diferencia entre nuestros recuerdos. Lo que yo consideraba como mi logro en plan de educacion y ayuda a su desarrollo personal el no lo recordaba así. Cada uno tiene su propia historia del mismo hecho.
Pues, la persona con la psíquica tan vulnerable y fragil podría ver las cosas de otra manera que los demás. Un abrazo.
Los padres tratamos de hacerlo lo mejor posible, pero podemos equivocarnos. Ahora bien, no hay en nosotros intencionalidad maligna. No queremos hacer daño a nuestros hijos.
Cada una de las partes vive de diferente manera el mismo hecho objetivo, a veces de manera muy dispar. Esta reacción personal es un hecho subjetivo que no subestimo en absoluto.
Incluso pienso que deberíamos atenernos a nuestras vísceras (no a nuestra cabeza, ni siquiera a nuestro corazón, sino a nuestro estómago, a nuestras tripas, a nuestro hígado) porque son los indicadores más fiables de nuestro estado general. Un abrazo.
A nuestro corazón. ..sí. ..no te pases😀😀😀