326.-En la obra de Flaubert se señalan dos tendencias: la realista (representada por “Madame Bovary”) y la romántica (representada por “Salambó”). “Las tentaciones de San Antonio” no se puede incluir ni en una ni en otra. Se trata de una reflexión literaria cuyo punto de partida es el cuadro de Brueghel del mismo título, y quizá otros sobre el mismo tema.
Flaubert pasa revista a las tentaciones que, bajo la forma de terribles o placenteras alucinaciones, acosan al santo. El libro es un registro de las solicitaciones que, desde fuera y desde dentro, pueden conducir al hombre al pecado, apartándolo del camino de perfección.
Tras su larga noche de agonía, en premio a su entereza, san Antonio contempla la radiante faz de Jesucristo.
Con escasas pinceladas, con las palabras exactas, el autor resuelve las descripciones de los funestos asaltos que sufre el ermitaño. Lo incitan la reina de Saba, que personifica la belleza y el sexo, Hilarión, su discípulo, que encarna la conciencia, los herejes, el diablo, la vejez, la juventud, la muerte…
Y animales fabulosos que componen un selecto bestiario: la Esfinge, la Quimera, los Astomi (sin boca), los Blemios (sin cabeza), los Pigmeos, los Esciápodes (una sola pierna), el Martícora (león rojo con rostro humano), el Catoblepas (híbrido de búfalo y cerdo), el Basilisco, el Grifo, el Unicornio, etc.
327.-Patricia Highsmith se especializó en personajes “borderlines”, seres humanos fronterizos, gente que anda por el filo de la navaja. Su obra presenta una extensa galería de individuos que cuestionan con su comportamiento casi delictivo esa sociedad en la que no encuentran su sitio.
Recordemos al merodeador de “El grito de la lechuza”, al obsesivo químico de “Ese dulce mal” o a los dos extraños que coinciden en un tren.
En el caso de “El buscador inquietante”, bajo la aparente inocuidad de un vendedor a domicilio, descubrimos a un ser incompleto, sin proyecto vital. Este hombre casado cuya vida matrimonial es un simulacro que se mantiene por inercia, no es un desequilibrado, tan sólo un discreto neurótico, como tantos otros que pululan por cualquier ciudad.
Tiene una manía, una rareza que le da vida, y que es, en otro orden de cosas, una piedrecita que hace chirriar ligeramente el engranaje social, pero que no afecta en absoluto a su funcionamiento. Es un ruidito desagradable que a algunos dará dentera y a la mayoría ni eso.
Este individuo anodino es aficionado a coleccionar pequeños objetos de valor robados a mujeres siguiendo cierto protocolo. Como suele ocurrir en las historias de la autora estadounidense, esa fijación desencadenará una tragedia. La piedrecita es, en realidad, una bomba de relojería. El pobre diablo acaba convirtiéndose en un asesino
El ridículo y las humillaciones a los que se expone el protagonista provocan vergüenza en el lector. Ese mismo sentimiento suscitan las peripecias de otros personajes.
Al neurótico del cuento, y este es el golpe de gracia que asesta Highsmith, corresponde una sociedad tan ruin que, dado que no entra en sus cálculos, no reconocerá el crimen pese a la confesión del culpable.
Brillantes anotaciones.
Esas tentaciones de San Antonio son de lo más severas, más aún porque no fueron provocadas, sino dispuestas por el destino…
La Highsmith es una narradora fundamental de las letras anglosajonas contemporáneas, porque nunca hace concesiones con sus pesonajes, lo que la hace brillar en el género de misterio/novela negra que tan bien cinceló.
Abrazobeso cariñoso siempre, maestro-fráter.
A esas tentaciones estamos todos expuestos y todos, o la inmensa mayoría, sucumbimos. ¿Quién apuesta en nuestro tiempo por la perfección espiritual? ¿Quién aspira a contemplar el rostro radiante de Jesucristo?
Patricia Highsmith utilizó la literatura como un escalpelo y era, qué duda cabe, una hábil cirujana. Un abrazo.