…sus sospechas se revelaron ciertas. Pedrito Andévalo se había mostrado reticente y poco preciso en la conversación mantenida en el bar del Nuncio. Una actitud semejante sólo podía significar una cosa: había un sector que se oponía a que él encabezase la candidatura en los próximos comicios locales. Un sector minoritario pero influyente que, a pesar de su jacobinismo, no tenía reparo en conchabarse con el ala más conservadora del partido con tal de conseguir sus fines.
Lo veía con meridiana claridad. Si pensaban que iba a darse por vencido, se equivocaban de medio a medio…
…huíamos de Rosario Velarde como de la peste. Bastaba que se aludiese a cualquier enfermedad para que ella empezase a experimentar los síntomas. Aparte de lo aprensiva que era, se consideraba el ombligo del mundo.
Sabíamos todo lo referente a su embarazo y al nacimiento de su hija, que su madre estaba chocha por la nieta y se pasaba el día haciéndole gachas, que no probaba el alcohol ni le gustaban las alubias, que el director del banco donde trabajaba le había llamado la atención injustamente por hablar demasiado con sus compañeros, cosa que no era cierta pues ella era una persona más bien callada…
…eso es lo que soy, una cornuda –concluyó al tiempo que un vaso se le escapaba de las manos y por poco se rompe.
-Estás en boca del pueblo –prosiguió con voz entrecortada-. Tú y tus belenes. Y habrá que oír lo que dicen de mí. Que soy una consentida. Una que aguanta carros y carretas. Pero esto se va a acabar. Estoy hasta la coronilla de ser el hazmerreír del vecindario.
Impávido, desde la puerta de la cocina, Juan presenciaba los platazos y cucharazos que su mujer daba en el fregadero entre hipidos y sorbetones…





