Feeds:
Entradas
Comentarios

Posts Tagged ‘afasia’

Gregorio y Esteban

En el principio fue la energía. Una fuerza arrolladora que se manifestaba en remolinos cósmicos desplazándose por un ámbito ilimitado. Una fuerza que se plegaba sobre sí misma y después se abría en infinidad de destellos cegadores. Un desbordamiento de partículas luminosas. Una actividad sin sombra de lasitud multiplicándose en todas las direcciones.
− ¿Qué miras? –preguntó Gregorio a su amigo.
−El cielo.
Gregorio empinaba el codo más de la cuenta. Estuvo a punto de que le entrase la risa floja. Y eso que no había empezado a beber todavía. Tan sólo un par de copas.
− ¿El cielo?
Su amigo, como consecuencia de un accidente de coche, tenía una lesión cerebral. A veces perdía el habla. O se expresaba de forma incoherente, tartamudeando. Esteban sufría crisis de afasia.
Gregorio pensó que en ese momento estaba teniendo una. Algo raro le estaba pasando.
Esteban tenía el cuello ladeado y la cabeza levantada hacia el techo del local.
−Cualquiera diría que el borracho eres tú.
Energía en movimiento continuo. Naciendo y renaciendo. Expandiéndose. Rebosando. Girando en espiral. Despeñándose en resplandecientes cascadas. Avanzando como una marea tumultuosa.
Finalmente, esas miríadas de puntos centelleantes que bailan enloquecidos, empiezan a organizarse.
−Aquí caben dos posibilidades.
−Ardo en deseos de saber cuáles son.
−La mano de Dios ha intervenido.
Gregorio se pone en pie y anuncia:
−Voy por más combustible.
Cuando vuelve, pregunta:
− ¿Y la otra?
− ¿La otra qué?
Gregorio suelta una carcajada y dice:
−La otra posibilidad.
Esteban calla. En su cabeza se ha producido un vacío. Un agujero negro se ha tragado sus pensamientos, recuerdos y sensaciones.
Al principio, tras el accidente, un dolor punzante le perforaba el cerebro, como si le hubiesen clavado una gumía. Así y todo, ese desgarro era preferible a la oscuridad interior.
Él hacía esfuerzos sobrehumanos por recomponerse. Por realizar una acción creadora consigo mismo.
Cerró los ojos. Era un ardid que no siempre daba resultado, pero tenía que intentarlo. Respiró hondo. Al rato, en la lobreguez de su mente, sintió un aleteo. Un pájaro había emprendido el vuelo. Escuchaba su insistente batir de alas. Ahora había que confiar en que su instinto lo condujese al mundo de las formas y colores.
− ¿Estás bien?
Esteban entreabrió los ojos y vio a Gregorio con un vaso largo. ¿Era el tercero o el cuarto? ¿Cuánto tiempo llevaban en el pub? Con voz empañada articuló:
− ¿Y tú por qué bebes tanto?

 

 

Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

Read Full Post »