Un cólico nefrítico me aqueja,
arrojándome a una insondable sima
que se traga, por ende, mi autoestima.
Mi dolor me tiene entre ceja y ceja.
Soy testigo de cómo tras la reja
los colores se tornan en calima,
se diluyen, negrean y da grima
esa vuelta a la caótica madeja.
Muerte, duelo, condenación, renuncia
flotan en ese vacío peciento
en el que una pálida raíz anuncia
el milagro de un nuevo advenimiento:
una guirnalda de mastranzo y juncia
con la que coronar mi sufrimiento.
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported