II
Eras todo un maestro en el arte dudoso
de ejercer el desprecio.
Mas debo comenzar confesando que yo
me sentí fascinado.
En torno a ti giraban el mundo, las personas.
Aquel mundo pequeño, que era el nuestro de entonces,
tan pequeño y hermoso,
no era más que un teatro y tú el protagonista,
los demás los comparsas, que tan sólo eran alguien
cuando tú los mirabas, cuando tú los tocabas
y entraban en contacto con tu augusta persona.

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.