Allá, en la serranía, en agreste paraje,
tiene su nacimiento una discreta fuente
que en el fondo arenoso borbotea sin ruido,
que brota de la tierra con gentil donosura,
deleite de este edén de encinas centenarias,
de zarzales, de hiedras, de algarrobos, quejigos,
de vides cimarronas, de recios cabrahígos.
Allá, en lo más boscoso, aflora el manantial.
En su lecho de arena las cristalinas aguas,
sombreadas de árboles ─un milagro, un diamante
engastado en la sierra─, refrescan a las aves,
que en pago las arrullan con su alegre gorjeo,
una vez apagado de beber su deseo.
Allá podría yo retirarme, vivir
al lado de la fuente, ver cómo fluye el agua
de sin igual pureza, ver cómo se despeña,
al poco de nacer, desde empinados riscos
de líquenes cubiertos, glaucos, amarillentos,
y luego se apacigua y en cantarín arroyo
corretea feliz, dejándose atrapar
en profundas albercas, dejándose beber,
siguiendo su camino, murmurante, callada,
airosa mensajera de una nueva alborada.
Audición del poema: http://gerenadiario.blogspot.com.es/2009/05/dime-un-poema-al-lado-de-la-fuente.html
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