Aunque Swift los da pensando en los primeros ministros, son extensibles a toda la clase política, particularmente a sus representantes más trápalas.
Helos aquí: con la frecuencia que sea necesaria, darles un torniscón en las narices, una patada en la barriga, un pisotón en los callos, tres buenos tirones de las dos orejas, un alfilerazo en el trasero o un pellizco en el brazo hasta dejárselo morado.
En cuanto a los partidos, ésta es su prudente recomendación: tomar a cien dirigentes de cada partido, mezclarlos en parejas que tengan las cabezas de igual tamaño. A continuación serrarles los occipucios para que los dos cerebros queden unidos y la materia gris pueda pasar libremente de uno a otro, siendo el objetivo que cada cráneo albergue medio cerebro de su compadre. Dejarlos cohabitar hasta que se produzca un buen entendimiento.
Nada tiene de extraño que los diputados de su tiempo salgan tan mal parados en la comparación que Swift establece con los senadores romanos, a los que ve como héroes y semidioses. De los políticos de su época afirma lisa y llanamente que son “un hatajo de buhoneros, carteristas, salteadores de camino y matones”.
Y en otro lugar redondea su opinión con estas palabras: “Pajes, lacayos y conserjes (…) llegan a ministros de gobierno, cada uno en su región, y aprenden a despuntar en los tres elementos más importantes: la insolencia, la mentira y el soborno. (…) mantienen una corte secundaria (…), y a veces a fuerza de destreza e insolencia” llegan muy lejos.
El autor de “Los viajes de Gulliver” no tenía un concepto muy elevado del hombre. O del “yahoo”, que así es como él lo llama en su libro. Ésta es la definición que da: “Animal con ciertos visos de astucia y la más acérrima propensión a la maldad, sin duda la más cerril de todas las criaturas”. Y se despacha a su gusto contra las manadas de “yahoos” del vecindario.
Otra categoría de animales completamente distintos, que merecen todo su respeto y admiración, son los caballos, en cuya lengua no existe la palabra mentira, pues la falsedad no tiene cabida en su mundo. Como mucho pueden equivocarse o “decir lo que no es”, pero la miseria moral les es completamente ajena.
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Hola :),
No se pierdan de Jonathan Swift, « Una modesta proposición para evitar que los niños de la gente pobre de Irlanda se conviertan en una carga para sus padres o para el país, y para hacer que sean de provecho para el público. », obra maestra del humor negro…
(Disponible en Wikisource : http://es.wikisource.org/wiki/Una_modesta_proposici%C3%B3n )
Hasta pronto,
Ch.
El deán de San Patricio no se andaba con chiquitas. Sus venganzas literarias eran terribles.
Gracias por dejar el enlace de ese ensayo de un hombre que no tuvo hijos. A lo mejor, de haberlos tenido, no lo habría escrito. Cordialmente.
Magníficas las palabras de Swift, directo y sincero, mejor quedarnos en compañía de los hermosos caballos, porque cuando hay una magnífica persona por ahí ,debemos protegerla porque están en peligro de extinción.
Palabras que son perfectamente aplicables a la actualidad, o a las actualidades, pues éstas se suceden pero sus protagonistas, aunque con nombres diferentes, se parecen mucho. Tentado está uno de afirmar que son los mismos perros con diferente collar.
Sólo en el fabuloso país de los houyhnhnms (supongo que esta palabra es la onomatopeya de un relincho) no existe la mentira. Fuera de él la verdad languidece y muere, o a duras penas prospera. A los que la cultivan o a ella se atienen hay que guardarlos como oro en paño. Pero sobre todo hay que seguir su ejemplo.