“El estúpido sueño de la vida”
dices contemplando el azul del cielo.
“¿Por qué esta inquietud y este desvelo?”
preguntas con sonrisa desvaída.
“Los tristes frutos son de la caída”
añades esgrimiendo el escalpelo.
“De ahí procede también este repelo
o disgusto o náusea que nos embrida”.
La gran bóveda de color turquesa,
de la que al cabo apartas la mirada,
de luces diminutas se empavesa.
“¿Acabaste por fin tu jeremiada
o tienes preparada otra remesa
que te impida gozar de la velada?”.

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Sabes qué me llama la atención de tus sonetos? Que siendo estructuras poéticas complejas por su métrica y rima, además de estar bien logrados, seas capaz de escudriñar en los recovecos de la mente y lances esas críticas que evocan tus conversaciones con Emma…
Excelente trabajo, como dicen en tu tierra, enhorabuena!
Mi querida Emma me tiene olvidado. Casi es mejor porque a veces se pone demasiado incisiva 🙂
En efecto, los sonetos son estructuras complejas, difíciles de desarrollar y rematar. Son un auténtico desafío literario, pues tienes que ceñirte a una forma estricta, ya explorada por multitud de buenos escritores.
El soneto de hoy salió en forma de diálogo. Es preferible no darles demasiadas vueltas a las cosas para poder gozar de lo que la vida nos ofrece, del cielo estrellado, por ejemplo. Es decir, de lo más auténtico.
Gracias por tu valoración. Un abrazo.
Sí es muy cierto que algunos sueños pueden ser estúpidos, aunque prefiero tenerlos a que no me visiten, y otros nos dicen socarronamentes…» Sígueme por si acaso»…¿ se cumplirán o no?.
En el soneto se habla del sueño de los sueños, del mayor de todos, del padre y la madre de esa progenie.
Aunque esta composición no tiene nada de calderoniana ni de shakesperiana, por ahí van los tiros.
A veces es mejor no preguntarse nada y sencillamente vivir.