16.-En el campo literario y en otros (filosófico, psicológico-terapéutico…), al dar forma, al sistematizar nuestros pensamientos a menudo descubrimos su insustancialidad.
El medio más eficaz para desinflar el globo de nuestras ilusiones y autoengaños, para conocer las medidas reales de nuestras aptitudes, es la palabra. Se entiende la palabra escrita.
Escribir es una forma de saber cuáles son nuestros límites, no solamente expresivos sino intelectuales, emocionales, humanos. Cuando pensamos, divagamos. Hay una tendencia a no precisar, a dejar en el aire, incluso a falsear. Pero ahí está el bisturí de la palabra que corta, profundiza y saca a la luz un ratoncito, como en el famoso parto de los montes.
Ese magma interior que parece va a arrollarlo todo a su paso, puede quedar reducido a poca cosa, a nada, cuando se le aplica el estilete verbal. Esos temblores, humaredas y bramidos resultan no ser más que las bravatas de un volcán inofensivo, incapaz de una auténtica erupción.
Pero la palabra es un cuchillo de doble filo, un martillo de doble cabeza, el hacha de doble hoja que utilizaban las sacerdotisas cretenses en sus ceremonias. La palabra puede ir en dos direccionas contrarias, puede tener dos usos desconcertantes.
Por un lado, es un instrumento que sirve para desinflar egos y poner las cosas en su sitio. Para llamar al pan, pan y al vino, vino. Por otro, la palabra es un ente autónomo, que no está al servicio de nada ni de nadie.
La palabra desenmaraña, ordena, esclarece. Es una herramienta que nos permite mostrar los tesoros escondidos, que ciertamente existen y están a la espera de ser rescatados. Pero la palabra es también libre. No es utilizada sino que ella utiliza. No es sirviente sino ama. No es un cuchillo, un martillo o un hacha sino una flecha en busca de su diana. O un pájaro a cuyo lomo podemos subir para un viaje iniciático, para descubrir nuevas realidades o encontrar nuevos significados.
La palabra nos permite explorar nuestros límites y dispersar las tinieblas, pero también nos conduce a regiones ignoradas y nos desvela secretos que permanecerían ignorados si no aceptásemos ser el paje de esta dama y recorrer con ella el espacio y el tiempo, y surcar los cielos en su compañía.

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Podemos acompañar a las palabras con nuestros pensamientos, de ahí la versatilidad de la palabra escrita, al menos yo lo siento así, incluso en ellas, puedo decidir si su mensaje es positivo o negativo para mi y leer las mismas simplificando, o bien dejándome llevar hasta el infinito. Abrazo
Ahí queda tu comentario que complementa y completa el contenido del post, y que pone de manifiesto tu experiencia en el campo de la expresión verbal, como puede apreciar cualquier internauta que visite tu blog y lea tus artículos, cosa que recomiendo. Un abrazo y feliz miércoles.
Feliz miércoles Antonio
Muchas gracias Antonio por este post. Mmmm, me llevas a pensar más sobre mi propio proceso creativo.
A mi me pasa algo raro con los dibujos, siempre salen con lo suyo, a menudo no siento mucho control sobre ellos, entonces allí puedo reconocer lo de ‘ente autónomo’, ya que a menudo me enseñan cosas inesperadas.
Luego tengo que explicar en palabras lo que está pasando en ellos, por lo cual hago una interpretación de lo dibujado, de lo que veo ‘a posteriori’ y me obliga a precisar. Y puede pasar lo que tu describes muy bien así: «Ese magma interior que parece va a arrollarlo todo a su paso, puede quedar reducido a poca cosa, a nada, cuando se le aplica el estilete verbal.»
Pero tengo que confesar que tambien me gusta que en un dibujo sin palabras explícitamente añadidas, las cosas quedan ‘en el aire’. Es algo que pasa tambien en las conversaciones diarias, cuando se intercambian palabras no escritas entre personas.
Por ejemplo, las microexpresiones con que una persona transmite algo, pueden ser tan contrarias a lo supuestamente verbalizado. Esas paradojas continuas de la vida cotidiana trato de reflejar tambien en mis dibujos. La inconsistencia. (Además, para mi es una inconsistencia entendible 😉 ).
Pero estoy pensando ahora por lo que tu escribes aquí que la palabra escrita puede desvelarla esa inconsistencia. Lo cual me lleva a pensar que tenemos como seres humanos unas capacidades -o mejor necesidades- increibles y totalmente opuestas: Por un lado, envolverlo todo en un misterio lleno de contradicciones e ‘insustancialidades’ y, por otro lado, poder ‘sacar a la luz unos cuantos ratoncitos’, en particular, gracias a la palabra escrita.
Un abrazo, Rosa
Gracias a ti, Rosa, por este extenso comentario que es más bien otro post. Ya sabes que este artículo titulado «Sobre la escritura» es la respuesta a otro comentario tuyo. Me sentí interpelado por tus palabras y empecé a escribir.
Creo que a ti te ha ocurrido algo parecido. Ese milagro se lo debemos a la palabra escrita, que es además la que nos permite releer, volver una y otra vez sobre algo sin fabular por nuestra cuenta, porque lo que consta por escrito no se puede cambiar, ciertamente uno puede desdecirse o rectificar, pero esa es otra historia.
Me ha gustado mucho tu comentario o tu artículo, lo que dices sobre tu actividad como dibujante en la que compruebas la autonomía de las líneas y de los colores, y todo lo demás. Pero quiero resaltar el final: la importancia de ese «misterio lleno de contradicciones» que por muy insustancial que sea es necesario para hacer «habitable» la vida de los seres humanos. Y por otro el derecho a la vida de esos ratoncitos. No somos genios, damos lo que tenemos. No se le pueden pedir peras al olmo. Un abrazo y que tengas un feliz día.