
15.-Dado que en mayor o menor medida se ha practicado siempre, huelga hablar de novedad. Por el contrario, aunque ahora viva una época de auge, sería más exacto afirmar que nunca ha decaído.
Con variables dosis de maldad, este deporte consiste en poner a parir a una indiscutible figura literaria. Los grandes escritores son presas codiciadas. Es una tentación irresistible, al amparo de sus vicios y debilidades, ajustarles las cuentas y, tras el repaso, darles una cariñosa colleja, un merecido soplamocos o una buena patada en salva sea la parte. Para este fin se puede aprovechar una tertulia televisiva, un artículo periodístico, cualquier lugar con resonancias públicas y, por supuesto, las conversaciones privadas.
El atrabiliario Cela, el misógino Pla o J.R. Jiménez, que debió ser un neurótico de cuidado, por no citar a Borges (quién no sabe de qué pie cojeaba), son puestos a caldo, se les coloca un par de banderillas, se les enmienda la plana, se les llama al orden. Los tiempos dan para esto y para más.
Ninguno de ellos era un dechado de virtudes. Es una obviedad recordar que no eran santos sino escritores. Y una perogrullada aludir a su naturaleza humana.
Como desde el punto de vista literario son difíciles de cuestionar (atacarles en este terreno es como escupir al cielo), trae más cuenta señalar con el dedo sus desconchones y fealdades, de los que nadie, ciertamente, está exento.
Para ese camino mezquino no se necesita alforja. Cada uno de ellos, en su estilo, sería insoportable, con rarezas y defectos más o menos acusados. Lo mismo que sus detractores o admiradores. Lo mismo que todo quisque.
¿Si alguien se tomara la molestia de analizar la vida de cualquier hombre o mujer de la calle, no encontraría la misma mezcla de aceite y vinagre, los mismos claroscuros, los mismos ingredientes, en suma, que intervienen en todos los aliños humanos?
Es un deporte practicado desde antiguo pero, en determinados círculos, escudados en las ideologías dominantes, no se pierde ocasión de airear ruindades y darse el gusto de descalificar a empingorotados personajes.
Insufribles, maniáticos, caprichosos, chinchorreros, déspotas…, nuestros parientes cercanos podrían hablar largo y tendido al respecto.

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Hola Antonio. Buenos días. Aquí pasa mucho con Lorca, algo que me sigue sorprendiendo. A veces no le dejan ni un ramito. Pareciera que se le quiere más fuera. Tambien me doy cuenta que muchos ‘críticos’ facilmente se olviden del contexto socio-histórico. Juzgar es tan fácil, comprender (¿o dejarse llevar?) pide más esfuerzo creo. Un saludo.
Es eso que dices: mucho críticos se olvidan fácilmente del contexto socio-histórico. Acusar a Cervantes de machista o al mismo Quijote porque estaba servido por su ama y por su sobrina, y él se llevaba todo el santo día leyendo novelas, es algo que requema la sangre. Me pregunto cómo se puede ser tan sectario. Y me respondo que es el espíritu de esta época. En francés «esprit de l’époque», de donde he tomado esta expresión, cuyo original es alemán: «Zeitgeist». En inglés no tengo ni idea.
A Lorca, según mi modesto saber y entender, lo han convertido en un fetiche, mucho más que a Cernuda, por ejemplo. En una especie de «seña de identidad». En vida lo mataron unos, y en su muerte lo están rematando otros. Es una pena.
Recuerdo la primera vez que leí el «Romancero gitano» y el impacto que me produjo. Fui a recitarle a un amigo algunos poemas o pasajes y su indiferencia me dejó estupefacto; él no entendía nada de ese lenguaje poético, de esas imagenes tan plásticas; ni entendía ni le interesaba.
Con ese libro me ocurrió como con «El arco y la lira» de Octavio Paz o con «Las olas» de Virginia Woolf: me encandiló, me abrió una puerta expresiva, fue en su momento un punto de referencia. Un abrazo.
Yo tambien digo ‘Zeitgeist’, no soy inglesa eh! Ni tampoco alemana. 😛
Francesa, supongo que tampoco. ¿Española acaso? 🙂
Venga, una española B. 😀
Pues buenas noches, paisana.
Para mí ha sido un día largo y estoy (:|
Hola Antonio! Mira este comentario no es para publicar en la sección de «comentarios» de tu blog, pues, no se trata de hacer ‘publicidad’ ;), si no de compartir una idea. Quería darte el link a una de mis entradas anteriores que trata un poco del tema aqui expuesto. Es del 8 de junio:
http://miradab.wordpress.com/2013/06/08/bad-hair-day-en-el-bar/
Saludos. Espero que te encuentres recuparadillo hoy.
Me parece de perlas que utilices mi blog para darle “publicidad” a uno de tus posts, que bien merecen ser conocidos.
A veces hay problemas laborales que complican el día. Esos contratiempos hacen que se acuse más el cansancio. Pero todo va bien y ya nos disponemos a disfrutar del fin de semana, empezando por esta noche del viernes en que veremos una película danesa (“La caza”), recomendada por mi hijo mayor. Que disfrutes tú también de estos dos días.
La calidad de una obra no tiene porqué ir acompañada por un dechado de virtudes dado que los artistas son de carne y hueso, personas normales como cualquiera solo que dotadas de unas capacidades que con perseverancia cultivan; la envidia y el vapuleo es un deporte, no sé si nacional, pero que en este nuestro país se practica, diría que hasta con deleite. El respeto a la vida privada y a su obra se desconoce por estos lares. De acuerdo totalmente, estimado Antonio.
Escribí esta anotación a raíz de sendos cuestionamientos de Josep Pla y de JR Jiménez por parte de una periodista (al autor de «El cuaderno gris») y una amiga (al autor de «Platero y yo»).
Me resultó tan penoso escuchar cómo los descalificaban aplicándoles la criba del feminismo, midiéndolos con la vara de su propia mezquindad, que no puede evitar sentarme y dejar constancia de mi malestar y mi indignación por ese comportamiento «à la page».
Un abrazo.