Dijo: “El día es una sucesión de desencuentros. Tan pronto como uno se levanta, uno empieza a correr de sí mismo. Raramente las dos partes de que una persona está compuesta, y no me refiero al cuerpo y al alma, sino a lo que somos y a lo que nos vemos obligados a ser, a nuestro ser profundo y a la agitada superficie, coinciden. Ambas están en perpetua fuga. Siempre una detrás de otra. O una quieta, a la expectativa, y la otra yendo de aquí para allá, como loca.
“Seguramente hay un miedo a encontrarse o una incapacidad o demasiadas barreras. Pero el caso es que esas dos partes permanecen desacopladas.
“El resultado es que uno está siempre fuera de sí, en el exterior, en lo que los demás esperan de ti, en lo que tú esperas de ti mismo.
“Vivimos con la mente puesta en otra cosa que no es la que estamos haciendo en ese momento, programándonos, concertando citas, realizando gestiones, hablando por teléfono, comprando o vendiendo.
“Vivimos simultaneando actividades, desatentados, proyectados hacia el mañana o atrapados en el ayer.
“¿Cuándo se produce el milagro de la reconciliación, aparte de al final de la jornada, al tendernos en la cama, cerrar los ojos, agotadas nuestras fuerzas, y entregarnos al sueño?
“Pero en este caso es a Morfeo a quien tenemos que dar las gracias. No es mérito nuestro sino suyo. Por lo demás, no sé si cabe hablar de encuentro o de rendición.
“Los encuentros de verdad son infrecuentes, sobrevienen de forma imprevista, a traición, en un descuido. Tal vez escuchando música, leyendo, escribiendo, dando un paseo, contemplando un paisaje…
Calló un momento. Luego preguntó: “¿En qué circunstancias acaecen los tuyos? ¿Cuándo encajan esas dos partes y sólo hay una? ¿Cuándo dejas de estar fraccionado y te recompones por entero? ¿Cuándo saboreas la felicidad de ser tú mismo?”

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Hola Antonio,
¡Magnífica reflexión para empezar el día!.
Un saludo
Gracias, Francisco Javier, por tu comentario.
Esperemos que ni durante el día de hoy ni durante el resto de la semana se produzcan desencuentros de ningún tipo 🙂 Cordialmente
Pues yo creo que saboreo la felicidad cuando tomo conciencia de lo que viene de fuera y de lo que viene de dentro y actúo consecuentemente, y qué bien que Morfeo venga de vez en cuando a llevarme a las estrellas! Un abrazo Antonio
Espero que Morfeo llegue puntual cada noche, pues el sueño es necesario para reponer fuerzas 🙂
Desde luego tener conciencia de lo interno y de lo externo, esas dos fuerzas que siempre están actuando en nosotros, proporciona lucidez, que es una condición importante para el conocimiento de uno mismo y para saborear esos momentos en los que «somos» sin más, en los que descubrimos que ese ser incluye un trascender. Me estoy poniendo metafísico 🙂 Un abrazo.
Si, pienso como tú, la lucidez es bueno querer encontrarla, y disfrutarla. Te pusiste metafísico! Y cómo nos gusta! 🙂 Feliz día, Antonio!
Muy interesante tu reflexion, tan llena de preguntas! Seria sin duda una gran conversacion tomando un buen cafe, me encanto, un fortísimo abrazo
Seguro, Andrea. Tomar un café y tener una charla interesante son dos actividades que facilitan el encuentro con los demás y con uno mismo. A mí me serena y me recarga de energía pasear a la caída de la tarde por ciertos lugares familiares. Es uno de mis momentos de felicidad. Un abrazo y feliz velada.
Magnifica reflexión antonio, siempre es tan gratificante leerte.
Un abrazo. Pastora
Gracias, Pastora. Espero que saborees a menudo la felicidad de ser tú misma.