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La vida quiero darte
y acudo con espuertas
repletas de metáforas
hago acopio de símbolos
de antítesis retruécanos
recorro el diccionario
con el miedo en el cuerpo
anoto en un cuaderno
sonidos armoniosos
versifico declamo
improviso estribillos
alegres como crótalos
impreco gongorizo
Y me pierdo en la fronda
de lugares comunes
de tópicos tiznosos
de gazapos de ripios
Y retoco corrijo
tiro a la papelera
disculpa mi torpeza
mi gran atrevimiento
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Qué bonito Antonio…enriquecedor y humilde. Un abrazo fuerte
Gracias, Cristina. Me alegro de que te haya gustado este poema en el que, en efecto, hay un reconocimiento explícito de las propias limitaciones. Que tengas una buena semana.
Igualmente Antonio.
Me ha gustado mucho, Antonio.
Un abrazo y buena semana.
Gracias e igualmente.
Eso de lugares comunes da mucho miedo, ya me lo imagino, pero es casi inevitable tratarlos, creo…; forman tan parte de todos nosotros. De entrada tienes el ritmo de las palabras a tu favor…
Sí, tienes razón. Además los lugares comunes suelen ser plásticos, de gran fuerza visual y auditiva. No debe dar miedo recurrir a ellos en determinadas ocasiones, cuando está claro que quien dirige la orquesta eres tú. Recuerdo al respecto observaciones del escritor francés Michel Tournier y de Borges hablando de su eficacia literaria. Normalmente son hallazgos expresivos pero tan manoseados que dan grima. Son como esas moscas pesadas que, por mucho que las espantas, vuelven una y otra vez. No es raro que entren ganas de matarlas.
Pero la verdad es que las frases hechas te pueden sacar de un apuro más airosamente que cualquier invención personal.
Perderse en lugares comunes es necesario porque es sin querer algo que nos proporciona aprendizajes, aunque no deja de ser lugares comunes y aburren a veces, en fin, nada es perfecto y debemos aprender a ser flexibles con los demás y con nosotros mismos los primeros, porque a veces hemos sido muy exigentes con nuestro propio yo. En ocasiones se tira a la papelera cosas valiosas sin darnos cuenta.
Es hermoso pedir disculpas por un atrevimiento. No todas las personas saben pedir unas disculpas u ofrecer un Gracias, será un simple Gracias pero dice mucho de la persona que lo transmite, nada tiene que ver la Inteligencia y los Conocimientos con la educación y la generosidad.
Cuando se escribe, los tópicos, las frases hechas, los clichés, son trampas que es preferible evitar. Se tiende a repetir lo que se oye o lo que se lee. Eso en literatura es mortal. Es clausurar la creación.
Desde luego más vale ser flexible con los demás y con uno mismo, en la vida y en la literatura. La experiencia se gana con el tiempo. La forma de conseguirla no es la reprensión ni la intransigencia. Éstas hacen que se tiren o se quemen trabajos en un momento de ofuscación o de cólera. Trabajos que no merecían ese destino. Pero realmente esas cosas ocurren.
El poema de Pessoa en las voces de Ana Moura y Patxi Andión se hace más bello y profundo. Gracias y un abrazo.