Yo tengo unas cuantas por no decir unas decenas de la cartuja y hasta tengo una debajo de la mano intentando alcanzarla, muchos años viviendo en Sevilla.
Unas cuantas qué, Besta. ¿Cartujas? En miniatura, supongo. Porque el Monasterio de Santa María de las Cuevas es muy grande. Me has dejado intrigado.
Espero que tus años en Sevilla hayan sido dichosos (salvo en verano, claro, que no hay quien aguante). Cordialmente.
Me he pasado y volveré a pasarme más detenidamente. Cantidad y calidad. Y estas fotografías no son composiciones con un toque humorístico o escatológico sino magníficas capturas de la realidad, entre las que he reconocido la fuente escalonada de los Venerables.
Hay algunas muy duras de vagabundos y de gente pidiendo por sierpes y más calles, al principio había una persona y al final en la misma calle sacaba a cuatro o cinco distintos, la vida.
Pues no te quiero ni contar lo que puede dar de sí la Cartuja en su conjunto (actualmente Centro Andaluz de Arte Contemporáneo), donde uno puede perderse.
Un lugar tan cargado de historia que en uno de sus rincones sobrevive el ombú que Hernando Colón, el hijo del almirante, plantó. Hay quien dice que no fue él sino su padre quien lo trajo de América.
Ombú o bellasombra se llama este árbol del que hay varios ejemplares en Sevilla.
Muchos relatos, como ves, pueden tener su origen en este recinto monumental que primero fue monasterio, luego fábrica de loza (Cerámica Pickman, del nombre de un comerciante de Liverpool afincado en Sevilla) y por último museo. Un abrazo.
Esa cabeza asomada a la ventana y ese brazo que sobresale dan, sin duda, un toque surrealista a esa fachada tan común, un aire daliniano.
A lo mejor me animo y escribo un relato titulado «Bellasombra». Pero la veda está abierta para quien quiera poner a prueba sus dotes literarias. Un abrazo.
Estimado escritor: usted no necesita poner a prueba sus dotes literarias! Cuando vengan las Musas, haga el gusto a sus lectores y a sus amigos blogueros y escriba su «Bellasombra»! Otro abrazo.
Yo tengo unas cuantas por no decir unas decenas de la cartuja y hasta tengo una debajo de la mano intentando alcanzarla, muchos años viviendo en Sevilla.
Unas cuantas qué, Besta. ¿Cartujas? En miniatura, supongo. Porque el Monasterio de Santa María de las Cuevas es muy grande. Me has dejado intrigado.
Espero que tus años en Sevilla hayan sido dichosos (salvo en verano, claro, que no hay quien aguante). Cordialmente.
si te pasas por mi flickr podrás ver entre las 6000 fotografías que ya llevo subidas muchas de sevilla, y de sus gentes…
https://www.flickr.com/photos/manuelribadulla/
Me he pasado y volveré a pasarme más detenidamente. Cantidad y calidad. Y estas fotografías no son composiciones con un toque humorístico o escatológico sino magníficas capturas de la realidad, entre las que he reconocido la fuente escalonada de los Venerables.
Hay algunas muy duras de vagabundos y de gente pidiendo por sierpes y más calles, al principio había una persona y al final en la misma calle sacaba a cuatro o cinco distintos, la vida.
Pues sí, la vida y sus miserias. Pocas ciudades o ninguna se libran de los estragos de la pobreza.
Ninguna, en todas he visto secuencias casi idénticas.
Hermosísima foto, Antonio, inspiradora de un relato, quizá una novela. Imagen mágica.
Abrazobeso grande, fraterno y con cariño, amigo querido.
Pues no te quiero ni contar lo que puede dar de sí la Cartuja en su conjunto (actualmente Centro Andaluz de Arte Contemporáneo), donde uno puede perderse.
Un lugar tan cargado de historia que en uno de sus rincones sobrevive el ombú que Hernando Colón, el hijo del almirante, plantó. Hay quien dice que no fue él sino su padre quien lo trajo de América.
Ombú o bellasombra se llama este árbol del que hay varios ejemplares en Sevilla.
Muchos relatos, como ves, pueden tener su origen en este recinto monumental que primero fue monasterio, luego fábrica de loza (Cerámica Pickman, del nombre de un comerciante de Liverpool afincado en Sevilla) y por último museo. Un abrazo.
A más de un relato o a una gran novela y sus líneas deben salir de tu mano, querido amigo. Haznos ese regalo.
Abrazobeso grande y muy fraterno, Antonio.
Pues sí, aquí quedamos esperando el relato, o la novela! Preciosa foto, mirándola me he quedado recordando a Dalí…
Esa cabeza asomada a la ventana y ese brazo que sobresale dan, sin duda, un toque surrealista a esa fachada tan común, un aire daliniano.
A lo mejor me animo y escribo un relato titulado «Bellasombra». Pero la veda está abierta para quien quiera poner a prueba sus dotes literarias. Un abrazo.
Estimado escritor: usted no necesita poner a prueba sus dotes literarias! Cuando vengan las Musas, haga el gusto a sus lectores y a sus amigos blogueros y escriba su «Bellasombra»! Otro abrazo.