72.- Si se tiene el sentido de la trascendencia y de la sacralidad, la muerte no es más que un tránsito. El momento de la devolución de lo que fue dado. Un descanso. Un regreso. El fin de la enfermedad llamada vida. Si no se tiene ese sentido, es lo mismo pero sin la asistencia de la esperanza. A lo mejor ni siquiera esa diferencia. Las ilusiones echan raíces profundas. Cuanto más locas las primeras, más tenaces las segundas.
73.-Hay épocas en las que se multiplican los tristes bufones con su retahíla de insultos, obscenidades, provocaciones y parodias chocarreras. Se pone en solfa y se despelleja a quien se tiene en frente porque su cara y andares no gustan.
Pero al que miro tan críticamente, me mira también. También yo estoy en frente.
Da igual. Hay épocas en las que se prefiere minar el terreno. El mismo para todos.
74.- Digo: “Los políticos de altura guardan irremediablemente varios cadáveres en su armario” Emma: “¿De altura o de bajura?” “Ese dato demuestra que se trata de un practicante de la alta política” “¿Y no te parece un dato escandaloso?” “Lo es, sin duda. Pero todavía más deprimente es comprobar que, cuando esa información sale a la luz pública, más aún, cuando el estadista en cuestión se quita la máscara, la mayoría de la gente, no digo sus fieles que, esos, aplauden el gesto y justifican los crímenes, no se inmuta”.
75.-En líneas generales el hombre tiende a la introversión y la mujer a la extroversión que es un valor en alza, una actitud mucho más apreciada que su opuesta. Este es uno de los signos de la sociedad actual donde quien calla incomoda, donde se prefiere el parloteo al silencio, donde al retraído se le coloca la etiqueta de bicho raro y al que no para de enredar la de animador e incluso dinamizador sociocultural.
76.-Todas las revoluciones cuentan en su haber con miles o millones de muertos, empezando por la francesa de 1789 y acabando por la de los Jemeres Rojos (1975-79). A quien se le llena la boca con esa palabra, implícita o explícitamente, está de acuerdo con las carnicerías perpetradas. De uno u otro modo las considera necesarias. Eso sí, siempre y cuando sea a otro a quien conduzcan a la guillotina o al campo de concentración. Se sobreentiende o se entiende claramente lo que este defensor y admirador piensa: la revolución hay que aplicársela al prójimo.
77.-Cuando el artista se siente atrapado, se produce el cortocircuito. Un pensamiento puede ser la causa del fatídico accidente. Un “por qué no” es la tijera que corta un cable haciendo saltar las primeras chispas. Un inocuo “por qué no” es el interruptor de la descarga de adrenalina que paraliza, que afloja las piernas, que cubre de sudor frío el cogote. Es sólo cuestión de minutos o de segundos que el artista pierda pie y dé un batacazo.
También puede ocurrir que, una vez pulsado el interruptor, la adrenalina se vierta gota a gota en el organismo. El artista empezará a experimentar una tensión paulatina, una tracción muscular en la base del cráneo, en la coronilla, en las sienes, en los hombros, en toda la cintura escapular, que irá en aumento. Como una zarpa que aprieta inmisericorde. Como un arco cada vez más tirante. El resultado es el mismo que en el caso anterior.
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De momento me ha parecido extraño que no haya alguien dicho algo sobre este brillante texto, magistral Antonio, tienes mis Felicitaciones. Es un mensaje claro y demasiado valioso.
Es muy elevada tu entrada, no es poca cosa: » Si se tiene el sentido de la trascendencia y de la sacralidad, la muerte no es más que un tránsito», muy cierto lo expuesto, pero no quizás sea muy bien comprendido por algunas personas. Aunque no creamos es un regreso, subimos y bajamos, incluso en la Vida nos transmutamos, la pregunta es ¿ por qué?, todo tiene su sentido, todo es una pieza de puzzle que encaja en su lugar apropiado, aunque siempre somos impacientes por saber la respuesta del porqué.
Las ilusiones son en parte necesarias, si no fuéramos algo utópicos no sé cómo seguiríamos adelante, es el empujón para seguir andando, nos hacemos más escépticos con el tiempo y menos ilusorios. Pero siempre queda algo como…como…la valentía acompañada de la bondad, porque es la segunda la que hace que la primera actúe no tengo dudas de ello. La cobardía me crea muchas dudas…me genera desconfianza.
Muchas gracias, Teresa, por la valoración que haces de estas anotaciones deslavazadas y sin pretensiones.
Como ves, abordo temas con escasa relación entre ellos.
Al que haces alusión, es el tema de la trascendencia. De la vida como puerta, puente, camino. De la esperanza, tan vieja como Sócrates, más vieja que él, de que algo hay después de la muerte.
Igual que el deseo es algo genuinamente humano, lo que nos diferencia en verdad del resto de las especies, la esperanza («un hermoso riesgo que hay que correr» en palabras de Platón) es lo que nos da fuerzas para continuar a veces en circunstancias harto difíciles. La esperanza es lo más revolucionario que existe.
Si la muerte es sólo un tajo, una decapitación, el absurdo más completo se abate sobre nosotros. Es convertir la vida en un corral de cabras berreando sin parar. En un relato de Kafka. En una obra de Beckett. En una habitación sin puertas ni ventanas donde igual que estamos, dejamos de estar.
Y esta anotación ha dado pie a tus oportunas reflexiones que ahí quedan. Un abrazo.
Los bufones no me gustan, salvo la ópera de Rigoletto, porque los bufones no traen nada bueno, en el fondo te preguntas si son bufones o qué son.
Toda una Verdad: » Pero al que miro tan críticamente, me mira también. También yo estoy en frente.»…esa particularidad la descartan muchas personas quizás.
» Hay épocas en las que se prefiere minar el terreno. El mismo para todos», el mismo que construye, destruye…el que siempre mira por el bien de los demás mirando su bolsillo para llenarlo…siempre y siempre los mismos.
No se inmutan ni los fans ni los demás…anestesiados, chapó social…un triunfo.
Mañana sigo…a ti sí te digo Chapó Antonio. Un abrazo.
¿Salvo en la ópera de Verdi, en las obras de Shakespeare o en las pinturas de Velázquez, donde los bufones cantan las verdades y tienen una inquietante dimensión humana, a quién puede gustar esos individuos faltones, que se las dan de graciosos, y a los que mueve el resentimiento?
Si tú te burlas, ofendes, metes el dedo en el ojo, cosecharás exactamente eso.
Si tú no me reconoces, ¿qué esperas: que caiga rendido a tus pies?
Las injusticias hay que combatirlas, a los desafueros hay que ponerles coto, pero el camino no es el despotismo.
Coincido con Teresa, primero para felicitar a Antonio, tanto por este como por tantos otros extraordinarios textos y por las bellísimas entradas gráficas.
Quiero redundar en el comentario de la primera anotación. Primero decir que no es un comentario «al uso», sino que entraña cierta valentía, pues parece algo prohibido de forma tácita hablar de la muerte, mucho más aún en unos términos que hoy se tratan de infravalorar, incluso negar con escarnio y mofa, «trascendencia, sacralidad, tránsito». En segundo lugar me lleva esta anotación a la más hermosa y poética expresión de la muerte, que no es otra que la de San Francisco, «la hermana muerte» , casi tierna en su contexto luminoso y fontanal. Más cercana ya a nuestro tiempo, «otra hermana muerte» más compleja y cósmica, también hermosa, la de Teilhar de Chardín:
«Bendita sea, sobre todo, la Muerte y el horror de su recaída en las energías cósmicas. Al morir, una potencia más fuerte que el Universo se infiltra en nuestros cuerpos para pulverizarlos y desintegrarlos; una atracción más formidable que cualquier tensión material arrastra nuestras almas, sin resistencia, hacia el Centro que les conviene. La muerte nos hace perder pie de manera total en nosotros mismos, para entregarnos a las Potencias del Cielo y de la Tierra. Ahí culmina el escalofrío que produce…, pero, al mismo tiempo es, para el místico, el colmo de su beatitud…
Un abrazo
Gracias, Ramón, por ese primer párrafo tan halagador, seguramente inmerecido.
La muerte, en esta sociedad modorra que nos ha tocado en suerte, si no es un tabú, le falta poco. Desde luego, es un hecho que se ha escamoteado.
Antes se velaba al difunto en su casa, ahora se le conduce rápido al tanatorio. Y esta medida que en las ciudades tiene una explicación, en los medios rurales es forzada. Sin embargo, en los pueblos se procede igual que en los grandes núcleos poblacionales.
Mi madre, por cierto, ha dejado claro que, cuando llegue su hora, quiere quedarse en su casa hasta que la trasladen a su morada definitiva.
Si se habla de la muerte no negativamente sino como de la otra tabla del díptico, muchos torcerán el morro o tal vez esbocen un gesto desdeñoso. Da igual. Para ellos también sirve lo que decimos.
El Cántico de la Criaturas es un hermoso poema y una elevada oración. Esperemos que la segunda muerte no se ensañe con nosotros.
Gracias por hacerme conocer la semblanza sobre la muerte de Teilhard de Chardin. Es más filosófica que la del «Poverello», es cósmica, como tú dices. Su fuerza golpea en el pecho.
Un abrazo.
Un abrazo, Antonio
Hoy prefiero no comentarte nada sobre tus reflexiones, porque prefiero, esta vez, que tus palabras calen, hagan mella y me provoquen. Es necesario para que liego se asienten. Bien sabes que ya habrá el momento para compartir los resultados.
La brillantez de tu pensamiento es más que evidente. La sensibilidad de tu espíritu, apabullante.
Abrazobeso enorme, muy fuerte, pleno de admiración y el cariño fraternal de siempre, querido Antonio.
Como gustes, cher ami. Quiero precisar que estas anotaciones no son coyunturales. Llevan escritas un tiempo y abordan temas que me interesan o que he vivenciado.
Como siempre, tus divagaciones constituirán un esclarecimiento y un placer para mí. Un abrazo.
Sí Antonio, un instante y se produce lo que tan bien aludes: » Un inocuo “por qué no” es el interruptor de la descarga de adrenalina que paraliza, que afloja las piernas, que cubre de sudor frío el cogote.» Lo que ocurre es que al final no sólo existe un artista de la obra, sino que son muchos los artistas dando sus pinceladas…al cuadro, al final…el artista tiene su mente entrenada con él mismo, la capacidad plástica de la propia mente es abismal…se puede quedar inactivada de manera natural. Magnífica alusión a Francisco de Asís por parte de Ramón. Saludos a todos.
A veces es un desenlace al que contribuye más de un artista. Pero como afirmas: «la capacidad plástica de la propia mente es abismal».
La mente nos juega malas pasadas y los neurotransmisores también. Un abrazo.
Bueno San Francisco de Asís.
A uno como escritor le gana, de tanto en tanto, la angustia de pensar que si el mundo es una esfera llena de agujeros a taponarse lo que uno escribe más que resanar estalla bombas por doquier, y quizá la acción de la gente no acompaña; entonces es que con premura la tensión se hace presente como una imagen: con un mundo hecho de restos de bombas y con la tierra que han destruido hecha cenizas.
Se taponan unos agujeros y se abren otros. Los hay también que no tienen fondo, o eso parece, de forma que por muchas palabras que echemos dentro, todas se las traga. Este es el escritor – danaide, condenado a llenar una tinaja insaciable.
Pero como sabrás, escribimos en primer lugar para nosotros mismos. Iba a decir por decisión propia, pero de eso no estoy tan seguro. Los demás son los destinatarios, pero en lo que se refiere a nuestro trabajo, a veces lo facilitan, a veces lo entorpecen. En cualquier caso, suministran mucho material.
Tu imagen bélica es muy gráfica. No cuesta ver ese desolado campo de batalla plagado de socavones, árboles calcinados, hierros retorcidos y objetos abollados.
No se puede afirmar que tu valoración actual de la tarea literaria sea positiva. Ese paisaje no precisamente idílico corresponde a lo mejor a una de esas etapas de dudas, confusión o bloqueo por las que inevitablemente pasamos. Un abrazo.
Yo, más que negativa o positiva, diría que en estos tiempos la literatura es caotica: ya sea porque se conserva como entelequía fetiche o porque intenta ensuciarse donde quizá no debería. Como sea, un caos.
Comienzo mi lectura de In illo tempore… localizado por Kindle.. veremos que nos lleva.
Espero que el libro sea de tu agrado. Es un tanto fragmentario, compuesto de numerosos episodios cuyo nexo de unión es la voz del narrador. Comunícame tu opinión, si no te importa, cuando lo hayas leído total o parcialmente. Saludos cordiales.