Pregunto a Emma por la reunión que tuvo el miércoles con sus amigas. “No me hables” responde. Hacemos muestro pedido en la barra y vamos a sentarnos en los taburetes de la terraza. Después de dar un trago, depositamos nuestros vasos en el velador de largas patas. Ella guarda silencio.
“Quieres hacerte rogar” digo. Y ella arranca por fin: “Me estoy planteando no ir a tomar el té con pastas. Esos encuentros se están convirtiendo en una fuente de irritación” “Te está fallando el sentido del humor” “Supongo que esa es la razón de que cada vez aguante menos” “A menudo no vale la pena”.
En esta cita semanal, una de sus amigas, la de ideas más avanzadas y “look” más informal pero no por ello más económico, como Emma se apresura a puntualizar, contó un incidente que le produjo bochorno, pero que la otra, llamada Juliana, no tuvo inconveniente en airear en vez de arrinconar en el trastero del olvido.
Y es que Juliana estaba dolida. Para contrarrestar su malestar nada mejor que montar un psicodrama y recuperar la estima que ella misma arrojó por el sumidero.
“Así es la naturaleza humana” sentencia Emma, “nos ponemos en evidencia y luego tratamos de arreglarlo a nivel… ¿cómo dices tú?” “¿Fantasmático?” “Eso mismo”.
“En realidad se trata de un suceso chusco que mueve a risa. Aunque es un dato irrelevante, te diré que Juliana es mayor que yo, pero mucho más activa en todos los sentidos. Se enteró de un coloquio organizado por la concejal de cultura del ayuntamiento, o más bien de un acto propagandístico. Y ni corta ni perezosa se personó en el foro.
“No la une ninguna amistad a la concejal pero como sus ideas son afines, Juliana iba en muy buena disposición y con ganas de participar. No se trataba de un coloquio ni, como tan finamente se leía en los carteles y folletos, de una propuesta para el debate sino de la publicitación del programa cultural del ayuntamiento.
“Cuando la responsable municipal acabó su exposición, se abrió un turno de preguntas. Y Juliana vio llegada la hora de echar su cuarto a espadas.
“Pero bien fuera porque, de querer hacerlo tan bien, se trabucara, bien fuera porque los nervios la traicionasen, la concejal no sólo la malentendió sino que encima le dio un corte y siguió con la ronda de preguntas, dejando a Juliana más corrida que una mona”.
La vejada explicó a sus amigas que no comprendía lo que había pasado. Lo único que había hecho era elogiar la vitalidad, la originalidad, la creatividad y la eficacia de la concejal en el desempeño de su cargo e incluso de su vida privada. A punto estuvo de añadir que no como su antecesor, aunque lo dejó entrever.
Sus filigranas verbales le salieron por la culta y la respuesta airada que obtuvo le sentó mal. Airada e injusta porque ella lo que pretendía en definitiva era halagar a la otra.
Rumiando su disgusto, decidió arreglar este asunto al final del coloquio. De ninguna manera una incondicional como ella merecía el trato recibido. Su pedigrí tenía que quedar más limpio que un jaspe.
Así que esperó y se acercó a la interfecta cuando apagó el micrófono. Se presentó, le dijo cuánto la admiraba y cuánto lamentaba que hubiese malinterpretado sus palabras. Lo que quiso transmitir era que el programa cultural era una maravilla, que no le cabía duda de que sería un éxito…
Y añade Emma de su propia cosecha: “Sólo le faltó arrodillarse o hacer una reverencia y declarar que en ella tenía a una aliada, a una defensora, a una integrante de la claque. Resumiendo, a su segura servidora”.
“O sea, que estuvo rastrera” “Sí, ella es también consciente de su actitud indigna”.
“El mundo es un teatro” “Más bien un corral de comedias” puntualiza Emma.
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¡Esa actitud rastrera se fue propagando con el tiempo, todos quedan muy monos los unos con los otros!, pero Emma en sus adentros se preguntó…¿ y qué es el peloteo?. ¿ Habrá una Institución del Peloteo y Profesionales de ello?
Magnífico texto, Antonio. Un abrazo.
Me he reído leyendo tu comentario. Esa institución existe y sus ramificaciones se extienden por todos los estratos sociales. Incluso, o más, entre personas tan guays como la amiga de Emma.
Magnífica la música de Henry Purcell.
¿ Nos imaginamos en estos tiempos con aquellas pelucas?, ¡quien sabe, a lo mejor sería divertido!.
Pelucas empolvadas, casacas, medias de seda, escarpines…vestidos como mande la época, disfrazados según los requerimientos sociales.
¡A mí me divierte mirar las fotitos de estos Señores unidas a la música!, y empiezo a imaginar…¡Mira el Señor Purcell con toda su tranquilidad en el mundo pero fuera del mundo!, ese ejercicio de eludirnos por unos instantes de lo ordinario y sin darnos cuenta ya nos hemos perdido ensimismados en…
¡Señor Purcell regrese de nuevo a la Tierra!
¡Y otras veces cuánto nos divierten los Señores músicos y los grandes pintores!
Es como jugar al escondite…o algo así, ¿ no creen?.
De Purcell a Bach, de bueno a mejor (sin hacer comparaciones). Si esto es jugar al escondite, participo encantado.
He reído tanto con la anécdota de Juliana y más, salpimentada con el estilo entre irónico y sarcástico de Emma. Fuera ya de guasa, no hay nada tan desagradable de ver que alguien que se pone en el indigno papel de la lambisconería.
Encantadora lectura, maestro, donde resalta un sentido del humor elegante, en ese tu estilo tan inconfundible.
Abrazobeso muy mucho, con cariño y admiración invariables, frater carus.
Emma no se muerde la lengua. Y como además no está dotada para el disimulo y tiene un toque de visceralidad, el resultado es que dice lo que piensa, al menos a su amigo el narrador, quien, por cierto, la teme porque, llegado el caso, se revuelve contra él y le canta las cuarenta.
¡Qué palabra más expresiva: lambisconería! Aquí decimos adulación, peloteo, que es una práctica indigna del ser humano pero, no hace falta señalarlo, muy arraigada. En gente tan fina como la amiga de Emma resulta todavía más grotesca. Por eso mi interlocutora reacciona tan sarcásticamente.
Un abrazo.
El Señor Francesco Petrarca decía: » Subir de más —me dije— a hundirse obliga,
que no es para hombres lo que el cielo niega.».
La hermosa tristeza habladora del presente ayer…en las proximidades de los afectos donde puede circular el agua clara o al menos el lugar para que pueda comenzar la Vida en pequeño para con el tiempo ampliarse, esto último es lo de menos ahora, lo de más…lo más esencial que nazca la semilla primera del renacer.
Contigo aprendo siempre algo nuevo. A este músico clásico y minimalista no lo conocía. Ha sido un descubrimiento que voy a explotar.
Y además la cita tan certera del señor Petrarca y tus reflexiones. Un buen lote.
Será que la amiga guay de Emma es familia de El Recomendado y buscaba un árbol que la arropara jajajaja ; esta vez la jugada no le salió. Lo que tiene que aguantar Emma en sus reuniones de té, que por cierto me recordaron un poco a las reuniones de un club de lectura que iba hace años jajajaja
La amiga guay de Emma y el Recomendado son parientes. Ambos pertenecen a la extensa familia de los que creen que en la vida es inevitable arrastrarse y mendigar favores. A veces se llevan un chasco, pero en general se bandean bastante bien. De tontos no tienen un pelo.
Gracias por tus comentarios. Espero que este espantoso calor no te esté maltratando demasiado.
Jajaja la verdad es que a esa familia suele irle bien, a su manera claro, hay que tener dotes especiales para ir mendigando así sin que te afecte y no todos tenemos ese don… Estoy casi derretida pero sobrellevando este calor que detiene el tiempo al estilo de la Comala de Pedro Páramo