132.-Pregunto a Emma: “¿Cómo puede uno liberarse de las pulsiones y de esas terribles imagos que nos asaltan y alteran nuestro equilibrio, por no decir que nos hacen morder el polvo, que se alzan como monstruos contra los que rebotan las lanzas y se mellan las espadas?.
“Hacen acto de presencia o, más exactamente, atacan cuando estás más débil, más cansado, cuando tus defensas son inoperantes. Entonces van y asestan el golpe”.
Para Emma son mecanismos mentales de compensación. Ella me acusa de ser demasiado intelectual. Lo que se produce, según ella, es una rebelión del cuerpo.
Sin negar la validez de su explicación, esta me parece insuficiente. Replico que, aunque no con la misma intensidad, todos estamos expuestos a ese bombardeo. Y todos tenemos que encontrar una solución a esa servidumbre.
“Pienso que ni abandonarse ni resistir, que son las dos actitudes básicas, las que se adoptan solas o combinadas, dependiendo de la idiosincrasia de cada individuo, son una salida a ese laberinto. Seguimos atrapados en él y dilapidando nuestra energía”.
Emma, que es práctica, me recomienda hacer ejercicios respiratorios. Inspirar, expirar. Pausadamente. Hinchando el abdomen y vaciándolo. “El control de la respiración es milagroso. Una inspiración lenta y profunda seguida de una larga expiración”.
No pongo en duda la eficacia de esa técnica, pero la juzgo insuficiente. “Vaya, hoy todo te parece insuficiente. ¿No estarás volviéndote demasiado exigente?”
“No estoy hablando de combatir la ansiedad sino de liberarme de obsesiones y fantasmas, de desencadenarme, podría decir” “No olvides que eres humano” “Lo tengo presente. Estoy planteando una cuestión que todo hombre o mujer consciente de su condición se ha tenido que plantear.
“Freud propuso la sublimación como una forma de canalizar esas pulsiones con frecuencia demenciales e irrealizables. O chocas con ellas como un moscardón en un cristal. O levantas el vuelo y ves la forma de sortear el obstáculo para encontrar el camino de la libertad.
“El maestro vienés, que ha sido uno de los que más ha contribuido a la exacerbación de lo sexual (una de las imputaciones dirigidas contra él es la de pansexualista), apunta que se puede reencauzar la energía libidinal y transmutarla en realizaciones artísticas, deportivas, sociales… Y de esta forma lograr la reconciliación interna, la paz.
“Pero todavía me convence más la solución socrática. Platón, en El Banquete, habla de la sublimación del impulso erótico como un camino hacia la idea de Belleza. Esta transformación de los deseos físicos y emocionales culmina en la contemplación de una realidad superior.
“Ya sé que esas propuestas pueden desencadenar avalanchas de risas. En estos tiempos, hablar de sublimación, que no de negación, de los instintos puede ser considerado un atrevimiento intolerable o una patochada digna de una beata.
“Pero esa espiritualización, esa ascesis, esa búsqueda de la belleza y del bien absolutos, es a mi juicio la única senda que nos conduce fuera de nosotros mismos, de nuestras miserias, de nuestro sufrimiento”.
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Interesantes reflexiones, Antonio, sobre la sublimación del deseo sexual. Da para pensar. Gracias por compartir, un saludo!
Sobre la liberación, transformación o sublimación de las pulsiones y las imagos que son las formas más violentas de la libido.
Gracias a ti por tu comentario. Saludos cordiales.
Interesante ver que no estamos solos en nuestras condiciones humanas y que compartimos problemas, retos, para los que aun buscamos solución, Me gusta la cita de Platón, ahora que estoy interesado en Sócrates. Felicidades.
La condición humana es única, pero hay diferencias notables de Pedro a Pedro. Las respuestas varían bastante. En los que respecta a este tema fundamentalmente son dos: la resistencia o el abandono.
El problema de las pulsiones está ahí desde siempre. Platón abordó espléndidamente este asunto en “El banquete”. Y más recientemente Freud.
Gracias por tu comentario. Saludos cordiales.
Sí, la canalización de la energía de la líbido también la consideran corrientes orientales de carácter budista. En el fondo es toda una cultura de la mística, y tus reflexiones son un exquisito ejercício intelectual. La práctica le corresponde a una minoría. Un saludo cordial, Antonio.
La sublimación, en sus diferentes ropajes, no es un invento occidental . No fue Freud quien la descubrió, pero sí quien le dio una interpretación crítica.
Está presente en todas las religiones como una vía superior de realización. Es su vertiente mística, su columna vertebral.
Y sí, son unos pocos los que eligen resueltamente ese camino, pero no tan pocos los que piensan que no es ninguna tontería.
Saludos cordiales.
Desde luego que no, Antonio, no es ninguna tonteria, no se me ocurriría pensarlo nunca. Al contrario. Gracias de nuevo y un saludo.
Indudablemente, es necesario subliminar de forma provechosa, de tal modo que los fantasmas queden a buen resguardo y se produzca una catarsis espiritual, bien sencilla, bien intensa, que nos libere y nos fortalezca.
Excelentes disquisiciones entre Emma y su amigo.
Magister carus, amo te. Abrazobeso siempre fraterno, cariñoso y lleno de admiración.
La sublimación es inevitable. En mayor o menor medida todos la practicamos. El otro aspecto de la cuestión es la satisfacción de nuestros deseos. El ser humano es limitado y está condenado a elegir. Como solía decir una compañera de trabajo: “No se puede tener todo”.
El quid de la cuestión es encauzar convenientemente la energía, no invertirla destructivamente, que sirva para construir(nos).
Me ha gustado mucho tu reflexión. La palabra elegida, catarsis, es otra de la claves. Está en la misma línea de liberación y transformación. Tiene, además, bellas resonancias clásicas, de tragedia de Sófocles de la que los espectadores salían emocionalmente purificados. Un abrazo.
Lo has dicho puntual, mi querido Antonio. Y vaya que la sublimación puede ser un gran alivio, si no logra remediar las circunstancias.
De una u otra manera, lo importante es purificarse.
Te abrazobeso con harto cariño fraterno, magister meus.
Gran texto reflexivo… y sobre todo positivo en la canalización de esas pulsiones del deseo. Por desgracia muchos humanos no lo hacen así y ese torrente se desborda en el
mejor de los casos en autodestrucción y en el peor en la destrucción del otro.
Saludos
Así es como ocurre con demasiada frecuencia. Se da una exacerbación de las expectativas, una proliferación de promesas insensatas que hacen pensar que todo el monte es orégano o casi. La realidad es otra. Si no hay una buena gestión, que implica limitaciones y reencauzamientos, los resultados son los que señalas: destrucción hacia dentro y hacia fuera. Buen descanso nocturno.