XXI
Mi libertad consiste en afinar mi oído,
en ponerme al servicio,
para que de mí broten,
pujante chorro de agua en mil gotas abriéndose,
fruto maduro y grávido soltando su simiente,
espíritus alados recorriendo la tierra
y otorgando la vida,
para que de mí broten
mágicas, cristalinas,
refrescantes, precisas,
convertido yo en cauce por donde corran raudas,
torrente fecundante,
para que de mí broten, para que por mí corran
las sílabas sagradas,
las que nacen tan hondo y vienen de tan lejos
que insensatez sería decir que tienen dueño,
las que siguen su curso
como un río infinito,
las que un día me hicieron la gracia y el honor
de dejarme escuchar su bendito rumor.
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Hace tiempo que no leo mucha poesía, de vez en cuando algo, no es género fácil de leer y creo que hay que estar en estado especialmente receptivo, cosa que las mentes ordinarias tardan en conseguir. El poema me parece casi un clásico contemporáneo, un Hörderlin sin tanta mitología.
La poesía no es como la novela. Aquella requiere una lectura pausada, intensa, y ese estado receptivo al que aludes en tu comentario.
La valoración que haces de este poema me complace grandemente, y la referencia a Hölderlin me abruma. Muchas gracias.
La continuación y coherencia metafórica que recorre el texto es uno de sus logros.
El poema fue escrito, podría decir, sin respirar y sin respetar los signos de puntuación, dejando que fluyera desde dentro. Después vinieron las correcciones.
¡Ah, quizá cada poema tiene un parto distinto!
No me cabe la menor duda. Si en literatura, en general, no hay recetas que valgan gran cosa («best-sellers» aparte), en poesía hablar de tal cosa es un despropósito y una traición.
Antonio, este poema voy a leerlo más de muchas veces. Has sacado punta a mis emociones, precisamente las que tengo más afiladas. Y eso es un mérito. Un abrazo.
Me alegro enormemente de que este poema te haya llegado, de que haya conectado con tus inquietudes.
Leer más de una vez un texto es la piedra de toque que demuestra su autenticidad. Es la mejor crítica que un escritor puede recibir.
Espero conocer los resultados literarios de esas emociones, de los que ya tengo sobradas pruebas en tu blog. Un abrazo.
´Muy bonito, me encantó el tramo : «para que de mí broten
mágicas, cristalinas,
refrescantes, precisas,»
El chorro de la verdadera poesía lo forman sílabas o palabras de esas características. Sílabas o palabras que vienen de lejos, te visitan y siguen su curso perdiéndose más allá de los límites de nuestras vidas. Un abrazo.
Gracias!!!
Y que así fluyan de ti, en ti y por ti, Antonio tan querido, esas riadas que desde lo profundo de tu ser lleguen a inundar tanto cauce seco que por ahí persiste.
El espíritu humano y la esencia lírica son tu libertad.
Poema que debe leerse tal como lo concebiste, pues el juego lingüístico retrata a la perfección esa sensación acuosa del fluir libre de un río que termina en caudal sonoro, y que ha de inundarnos sonora y espiritualmente.
Hermosa lírica en esta nueva entrega quimérica.
Al maestro, se le rinden honores de pie.
Te abrazobeso con el cariño fraternal de siempre, bardo.
Las sílabas sagradas son un río subterráneo que aflora donde encuentra una hendedura. No son de nadie ni nadie puede canalizarlas o represarlas a su antojo. Son libres y nosotros, aquellos en cuya alma se producen grietas, sus servidores. Yo, tú, cualquiera que esté dispuesto a ser su cauce.
Así veo la poesía y el oficio de poeta.
Las palabras verdaderas no están a mis órdenes sino yo a las de ellas.
Tu comentario, tus divagaciones, como gustas decir, tan certeras como de costumbre.
Ojalá esa marea sonora y espiritual nos purifique y nos convierta en seres auténticos y transparentes. Un abrazo.
Así sea. Abrazobeso cariñoso y fraternal, cher Antoine.
Gran loa a la palabra, a esa palabra que nace en ti como gota fecunda que permiten al reproducirse dar vida a tu poesía…. «las que un día me hicieron la gracia y el honor de dejarme escuchar su bendito rumor». Me parece bellísimo este final para tan hermoso poema.
Gracias.
Un abrazo.
La palabra poética es libre, como los pájaros, como el viento, que vuelan y sopla donde quieren. Nosotros afinamos el oído. Nosotros, diligentes escribas, dejamos constancia de ese rumor que, estoy seguro, mejora el mundo más que las leyes y las disposiciones, que lo hace más habitable.
Gracias a ti por tu comentario que, viniendo de alguien tan receptivo, como lo demuestran tus fotos y tus poemas, a la belleza, me resulta más valioso. Que tengas una agradable y fructífera semana.
Hermosa respuesta, Antonio. Y gracias por tu consideración hacia mi trabajo.
Feliz semana.