182.-Rol incompleto de temas para no quedarse rezagado: la interacción, el espacio vital, la interculturalidad, la desestructuración, la calidad de vida, el cambio climático (o su variante: el calentamiento global), el agujero de la capa de ozono (del que últimamente no se habla), los cultivos transgénicos, la energía nuclear, el impacto medioambiental, la autoestima, las familias monoparentales.
183.-Dice Emma en uno de sus arrebatos pesimistas: “¿Adónde miramos que no se nos caiga el alma a los pies? ¡Cuánto camino les queda por recorrer a unos! ¡Y con esos otros adónde vamos!”.
Aprovecho la ocasión para contarle la anécdota de san Agustín y su amigo Marcial.
184.-Le cuento a Emma la pesadilla que tuve anoche. “Los ciudadanos votaban en asambleas en las que nadie podía abstenerse. Había que votar forzosamente sí o no. Al principio las votaciones eran secretas, pero fueron imponiendo la modalidad de votar a mano alzada, de forma que la posición de los consultados quedase al descubierto. Así se eliminaba también la posibilidad de los votos en blanco y nulos. Ni que decir tiene que hasta el gato votaba lo que había que votar” “Pero eso es historia” replica Emma, “y el peligro de que volvamos a las andadas es una posibilidad real”.
185.-Se les identifica por su dominio de la jerga. Por su palabrería envolvente que deja boquiabiertos a los bobos, e indignados a quienes tienen dos dedos de frente.
Hablan de retos potenciales y proyectos ilusionantes. Su objetivo es camelar al personal. Su capacitación es escasa o discutible, pero nunca dicen que no a un puesto de responsabilidad.
Si se equivocan, la culpa es siempre de los demás. Son unos maestros en echarle el muerto a otro y en colgarse medallas.
No hacen nada que no esté pagado o reconocido de alguna forma. Cuando un asunto no les interesa, dicen chistosos: “Este cura no…” y escurren el bulto.
Las muletillas, los clichés y las rimbombancias con que emperifollan sus discursos, son la marca de fábrica.
186.-Me pregunta Emma con un brillo irónico en la mirada: “¿Cómo definirías la revolución?” “Un deseo de poner la sociedad patas arriba con el supuesto objetivo de crear otra más ecuánime. En la práctica se instaura otra, en efecto, con sus injusticias y crímenes quizá diferentes pero tan lacerantes como los anteriores”.
“¿Qué se le opone a la revolución: el estatismo, el conservadurismo, el tradicionalismo?” “Lo contrario es la conversión. Es decir, la opción radical del cambio personal. O si quieres, a la revolución exterior se opone la revolución interior” “Ponernos patas arriba a nosotros mismos” “Es la única manera de no perpetrar más desafueros. La conversión es el deseo de ser otro mejor sin ajustarle las cuentas a nadie. Es el mero deseo de ser y comprobar que es ahí, en esa base común, donde podemos encontrarnos todos”.
“O sea”, resume Emma “en el fondo de unos y otros lo que late es el deseo” “Sí, pero el deseo se puede orientar en diversas e incluso contrapuestas direcciones. Desde luego es el carburante que pone en marcha los motores”.
187.-Condiciones necesarias para triunfar en la política: tener el estómago de un buitre, las espaldas de un gorila y una lengua bífida.
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Muy interesantes las anotaciones con Emma. En mi opinión política es todo, quiero decir, desde que te levantas hasta que te acuestas en la cama haces política; todas las elecciones por pequeñas que sean afectan: no es lo mismo elegir comprar en la tienda de la esquina que en el super, en el super no es lo mismo comprar productos a granel que envasados, no es lo mismo comprar comida preparada que comprartela tú, llevar a a la tienda bolsa de tela que te den una de plástico, no es lo mismo comprar un libro en la librería de toda la vida que en Fnac (perdón por referirme a una marca), no es lo mismo tener bombillas de bajo consumo que las estándares (aunque puedas pagar facturas de luz altas), no es lo mismo cerrar el grifo mientras te cepillas los dientes que dejar correr el agua, no es lo mismo cambiar el móvil porque se te haya roto que porque se ha pasado de moda… y así infinidad de pequeñas decisiones (perdona por el rollo) que están todas interaccionadas. Pues política es todo. Política es participación; en comunidades de vecinos, asociaciones, manifestaciones… El problema es que no se hace esa política. Y esperamos que con dejar el papelito en la urna va a ser suficiente y evadirnos de nuestra resposabilidad con el mundo. En mi opinión no haría falta políticos si todos hiciéramos política.
Un abrazo y perdón por el tostón que he soltado… 😉
Desde el momento en que vivimos en sociedad, la política lo empapa o puede empaparlo todo. Pero, la verdad, no estoy de acuerdo con Aristóteles en su definición del hombre como un animal político. Ya sé que a muchos les va la marcha. No me cuento entre ellos.
La tuya es una visión muy amplia. En el post se hace un uso más restrictivo de la política, ciñéndola a los representantes públicos que la ejercen.
Lo que dices me parece de sentido común. Hablas de elecciones o decisiones que yo no llamaría políticas sino sensatas. Por ejemplo, cerrar el grifo mientras te cepillas los dientes.
No me parece ni un rollo ni un tostón tu detallado comentario. Me parece una reflexión oportuna. Un abrazo.
Muy acertada esta oposición entre la revolución exterior y la revolución interior. Qué bien lo has expresado.
El camino correcto es de dentro afuera y no al revés. Para crear la sociedad perfecta hacen falta individuos perfectos. Es el individuo quien debe cambiar. Una manzana podrida lo es en cualquier cesto. Y las consecuencias son las mismas también. Un abrazo.
Ya tenemos un nuevo animal imaginario y da bastante miedo (187)
Ojalá ese fuera su aspecto. Ojalá pudiéramos verlos así. A lo mejor nos asustábamos tanto que haríamos, «motu proprio», todo lo que especifica Manuel Alonso en su comentario. Y así reduciríamos a esos monstruos a su mínima expresión.
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