228.-Para san Agustín el mal es la ausencia del bien, aserto que a primera vista parece una perogrullada. De la misma forma el bien se puede definir como la ausencia del mal, con lo que completamos la tautología.
El Doctor de la Gracia no podía admitir que el mal fuese una presencia o una fuerza porque esa postura chocaba de frente con la infinita bondad divina. Había que plantear esta cuestión de manera que Dios quedase exento de responsabilidad.
Como es imposible negar la realidad del mal, san Agustín elaboró la doctrina de la “privatio boni”. No existen dos principios en perpetua lucha, Ormuz y Ahrimán, que es lo que propone el maniqueísmo, religión que primero abrazó y después combatió, sino sólo Dios como “summum bonum”.
Tampoco cabía asumir que en el seno divino conviviesen el bien y el mal como dos peces en una pecera, lo cual, aparte de contradictorio, tenía un aire blasfemo. El mal, bajo ningún concepto, podía formar parte de la naturaleza divina.
La salida que encontró el obispo de Hipona fue proclamar la sola existencia del bien, el cual es absoluto a nivel divino y sujeto a gradación a nivel humano. La dirección correcta estaba señalada. El objetivo final es la perfección encarnada en Dios y a ella deben encaminarse nuestros actos que, si no son buenos, nos alejan de ella, y si lo son, nos acercan.
La experiencia demuestra que este planteamiento es desbordado por el mal como presencia activa, por el mal como agente que aspira a imponerse. El hombre malo lo es deliberadamente. Negar ese hecho es vaciar de contenido el comportamiento humano. Sólo los actos buenos tendrían realidad. La negatividad no sería más que falta de positividad. Del mismo modo se puede obviar la pobreza o la esterilidad.
El mal visto como privación se sostiene difícilmente. Pero esta es la explicación que dio san Agustín, que fue no solamente un gran filósofo y un gran escritor sino también un gran psicólogo. Incluso se le puede considerar como uno de los precursores del psicoanálisis, como lo demuestran sus “Confesiones”.
El método que propone es la interiorización. El mundo exterior es falaz y nuestra percepción de él está sujeta a toda clase de errores. No es ahí donde vamos a encontrar la verdad, no es en ese maremágnum de intereses encontrados donde podemos hallar un camino que nos conduzca a un lugar seguro.
Ese camino es la interiorización porque dentro de nosotros vive la verdad. Esta propuesta tiene concomitancias socráticas, recuerda la recomendación del ateniense de conocerse a uno mismo. El lema completo inscrito en el frontispicio del santuario de Delfos era “Conócete a ti mismo y conocerás a Dios”. O según los pitagóricos, a quienes se atribuye esta máxima, “conocerás el Universo”.
Dios vive en nosotros y a él podemos llegar o acercarnos a través del autoconocimiento. Para Sócrates saber equivale a virtud. O sea, que ese conocimiento de uno mismo se traduce en buenas acciones.
San Agustín y Sócrates coinciden en negar sustancialidad al mal. Para el primero es ausencia de bien. Para el segundo es una consecuencia de la ignorancia.
Para ambos es posible el perfeccionamiento moral, en el caso de Sócrates mediante la dialéctica, que se puede definir como un método para desbrozar de ilusiones y prejuicios el acceso a la verdad.
La ignorancia y el déficit de bien son los escollos que hay que salvar para alcanzar un estado superior. Es ahí, en esos dos inmensos piélagos donde anida el mal, donde cobra cuerpo y se desarrolla.
Los dos filósofos dejan en nuestras manos la decisión de echar a andar en la dirección adecuada, porque ambos piensan también que el ser humano es libre. San Agustín insiste en este punto que exime a Dios de implicación en el asunto del mal.
Interiorización y dialéctica son las alforjas para emprender el viaje. Estas propuestas, independientemente de que se esté o no de acuerdo con los planteamientos teóricos, son procedimientos eficaces para mejorar.
La fe socrática en el conocimiento como medio para erradicar el mal puede parecer candorosa, pero la auténtica sabiduría, la que disuelve los espejismos, conlleva necesariamente un acrecentamiento de la bondad. Lo mismo se puede afirmar de la introspección agustiniana.
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Seguiremos reflexionando. Gracias, Antonio y un saludo
Reflexionando hasta desmontar esa bomba de relojería. Que tengas una buena semana.
La propuesta de San Agustín se asemeja bastante a la del budismo. Introspección, silencio y auto conocimiento.
Las grandes tradiciones y las cabezas pensantes y honestas han llegado más o menos a las mismas conclusiones y proponen métodos similares. Otras vías no hay, al parecer.
Me gusta la entrada . ¿ Que es un mal ? ¿Como lo definirías tu mismo? Un abrazo.
He dedicado a este tema ocho entradas y tengo escritas varias páginas más que iré publicando poco a poco para no ponerme pesado. He interrogado también a Hannah Arendt, a Freud y a otros.
Para mí el mal es una realidad incuestionable, es una presencia activa en el mundo (así lo novela Tolkien en «El Señor de los Anillos»). En el cristianismo se personifica en el diablo que tienta a Jesús tres veces. Pero Jesús resistió, no le hizo el juego. En no convertirse en su esbirro radica la cuestión.
¿Y tú qué piensas al respecto? Un abrazo.
Es que soy muy, muy de la propia experiencia y la realidad… de filosofía nada. Y me sale que no existe Un Mal para siempre y en puro estado. Es que en ciertas cituaciones algo muy malo se considera como bueno ( matar a un ser humano es muy malo, pero depende de la situación: a un enemigo que intenta conquistar tu patria matarlo es bueno) Todo es relativo..¿ No?
No lo sé, mi querido Antonio, no lo sé.
Haces una buena exposición del relativismo. Todo depende de las circunstancias. Se puede matar en defensa propia o se puede robar para dar de comer a tus hijos.
Me pregunto qué sería del mundo si cumpliésemos a rajatabla los mandamientos: no matar, no robar, no calumniar, no blasfemar…
Sócrates declaraba que prefería sufrir una injusticia a cometerla. Jesús aconsejaba poner la otra mejilla cuando te daban una bofetada. Todo eso es filosofía y religión. La mayoría de nosotros, aparte de ser acomodaticios, carecemos de la escrupulosidad moral no de un santo sino del estudiante Raskolnikov que hasta que no dio con sus huesos en Siberia, no respiró tranquilo. Un abrazo.
Pues , mi teoría es : el 5o% por el 50% en todo lo que existe ( lo malo y lo bueno, el día y la noche , el frio y el calor etc. )y la lucha continua entre ellos manteniendo un equilibrio en lo general. No te rias de mis teorias…jajajaj. Un beso.