Cuando bajé del soberado, mi tía abuela estaba enfrascada en un solitario. “¿Qué has estado haciendo ahí arriba tanto tiempo?” “He estado leyendo” “¿Leyendo?” dijo con incredulidad mientras barajaba las cartas.
“Fullera” “Es que no me sale”. Hace trampas siempre. Cuando jugamos al parchís, cuenta casillas de más. Es una mala perdedora. Si no gana, se enfurruña.
Fui a la cocina en busca de galletas. Regresé y me senté al calor del brasero. Advertí que había barajado de nuevo.
Antes el caballo de bastos interceptaba al rey del mismo palo. El solitario no tenía solución por más vueltas que le diera al mazo. Ahora el rey estaba sobre el caballo de forma que uno tras otro inauguraron la fila correspondiente.
Hice un comentario crítico al respecto. Ella negó cualquier manipulación. “No es verdad” repliqué, “de todos modos no te va a salir. El siete de espadas está pillado” “Come y calla”.
VIII
Tu juventud se la comieron los ratones, esos omnívoros roedores que no hacen ascos a nada, esos animalitos de pelambre grisácea que oyes corretear por el soberado, los mismos a los que tienes declarada una guerra sin cuartel.
Esos voraces y diminutos mamíferos se han cobrado con creces tu saña. Te han roído la vida mientras dormías, mientras cosías, mientras barrías, gracias a sus prolíficas hembras que cubrían las bajas de ese ejército del que tú eras el más temible enemigo, el que mayores estragos causaba.
Llegaste a la puerta de la cocina y te detuviste en seco. Tu tía comentaba con tu madre el inminente casamiento de una amiga tuya. Contuviste el aliento. Estaban pasando revista al ajuar de la novia, tanto de esto, tanto de lo otro, todo ello salpicado de juicios de valor.
Ese lujo, según tu tía, no tenía explicación. Pero ella no es de fiar. No tiene madera de tasadora. Para tu tía casi todas las cosas son inexplicables o increíbles.
Pasaron luego a hablar del pegujal del novio y de la suerte o la astucia de tu amiga por haberlo sabido atrapar.
Tu tía se preguntaba cómo se las había ingeniado esa mosquita muerta para conseguir ese partido. “Tan calladita como es” “Las que que no rompen un plato son las que dan la campanada” “Sí que es verdad”.
Traías dos ratones tiesos cogidos por el rabo. Después de venir del mercado lo primero que hiciste fue subir al soberado y comprobar si algún incauto había sucumbido a la tentación de los trocitos de queso.
Y no uno sino dos cayeron en la trampa que les tendiste. Ibas a mostrárselos a tu madre como la prueba irrefutable de que el desván estaba infestado. Tanto ella como tu hermana insinuaban (en lo que respecta a tu tío, lo afirmaba tajantemente) que eras una exagerada.
Cuando sacabas a colación tus insomnios que te permitían contabilizar todos los ruidos nocturnos, cuando asegurabas que te bastaba la carrera de un ratón por el piso de tablas para desvelarte, cuando insistías en que no eran imaginaciones tuyas, te concedían a lo sumo contingentes que no sobrepasaban las cinco unidades, menos tu tío que, inflexible y tacaño, hablaba de uno o dos roedores que no perturbaban en absoluto sus horas de sueño.
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Una juventud comida por los ratones es algo muy triste.
Yo entiendo ese desvelarse por el mínimo ruido, seguramente es una persona sensible.
El tío, claro, ni se inmuta.
Una juventud pasada contabilizando las carreras de esos roedores no es precisamente con lo que se sueña a esa edad.
Ella es, sin duda, una persona hipersensible. No como el tarugo de su tío, al que no despierta ni un bombazo.
, esos animalitos de pelambre grisácea…no es que me dan asco esos animalitos..sino un ataque de panico casi mortal..jajajaj. Un buen pedazo de texto para esos animalitos. Una buena representación…¿ van a jugar algun papel más adelante? Un abrazo. Es que hay una frase de Antón Checov : » si en el primer acto de drama aparece escopeta en el último tiene que disparar»
No entiendo cómo los ratones pueden dar miedo. A mí me caen simpáticos a pesar de lo dañinos que son. Otra cosa son las ratas.
Los ratoncitos tienen un papel secundario pero no despreciable en esta historia.
Conozco la frase de Chejov. Aquí los roedores ya se han cobrado su venganza.
Que tengas un buen día.