315.-¿Hay que considerar que quienes no han visto satisfechos sus deseos no ya con la intensidad que exige el maximalismo posmoderno, sino ni siquiera parcial o defectuosamente, y esto por razones diversas que escapan a la voluntad de los interesados o que vienen dadas por el destino, como por ejemplo una enfermedad congénita, hay que considerar que esas existencias son inútiles, que para esas personas el tiempo transcurre lastimosamente, viviendo una vida de segunda o de tercera categoría?
¿No es este un planteamiento tramposo, es decir, señalar unas pautas a las que hay que atenerse, crear unas expectativas que rara vez se materializan, y que bien pueden calificarse de irreales aunque ciertamente nadie pueda negar su eficacia como engañabobos? ¿No son todas las vidas útiles, incluidas aquellas que se alejan del cumplimiento de los cánones al uso, las vidas de aquellos que nunca viajarán ni conocerán la pasión amorosa ni brillarán en sociedad, etc.?
A lo mejor la intensidad tiene poco o nada que ver con eso. A lo mejor el gozo discurre por otros derroteros que posibilitan que cualquier vida merezca la pena de ser vivida. A lo mejor, desde nuestro lugar en el mundo, todos tenemos acceso a las grandes experiencias que constituyen el sustrato en el que enraíza el ser humano.
Desde este punto de vista no se le puede negar validez a ninguna vida porque incluso la más limitada, la más anodina, es un recorrido que depara bienes y males, tristeza y alegría y su ración de conocimiento. Y nadie sabe en qué proporción se dispensa ese patrimonio.
No hay existencias inútiles aunque pueda parecer tal cosa. Aunque nuestra sociedad, tan dispuesta a allanar las dificultades de quien toma una decisión radical respecto a él mismo o respecto a otro, tiende a rechazar toda acción que suponga sacrificio o renuncia, y asimila mal las frustraciones que a menudo equipara a fracasos, no deja por ello de ser verdad que esas condiciones son necesarias para el desarrollo de la vida, que son el camino que favorece su expansión. Así ocurre cuando vemos un largo tallo que, salvando el obstáculo de una piedra, prosigue su crecimiento aun a costa de una deformación.
No hay existencias vanas por más que los planteamientos actuales postulen lo contrario. El respeto y el mantenimiento de la vida conllevan lo señalado en el párrafo anterior, reclaman un alto grado de desinterés y de generosidad para evitar que se produzca una implosión tanto a nivel individual como social.
Esa actitud, en la inmediatez y a largo plazo, es una fuente de júbilo, una fuente que nunca mana de los comportamientos compulsivos y negacionistas.
Cada uno tiene su papel y su valor en el tiempo que está aquí. Además, no hay vida exitosa por completo ni siempre llena de dicha.
Intentar que así sea solo nos lleva a la infelicidad.
Estamos sometidos a fuertes expectativas y presiones que impiden el disfrute de lo que somos y de lo que tenemos. Pero lo que quería plantear en esta entrada es que toda vida tiene sentido, que toda vida merece la pena ser vivida. Que la vida es lo primero y, por tanto, hay que respetarla.
Es obvio. Y aún así, no pocos están descontentos con la vida propia y quisieran renegar de ella. Y aún así, quienes sienten su vida, o su modo de vivir, un regalo, y miran de reojo todas esas vidas arrastradas que no desearían conocer jamás. Con respeto. Y aún así…
Anteanoche vi un documental sobre la India, concretamente sobre Delhi, la capital, que tiene una parte moderna (la construida por los británicos) y una parte antigua que es un verdadero caos donde yo no podría vivir. Me preguntaba incluso cómo podía vivir nadie en ese hormiguero con escasas condiciones higiénicas. El reportaje se centraba en un cocinero de la calle que llevaba una vida satisfactoria (no fácil). Ese aspecto, ese misterio, esa dimensión de la naturaleza humana es la que, realmente, me parece fundamental. Por cierto, sé bien que la vida nos la juega cada dos por tres. Un abrazo.
«…y una parte antigua que es un verdadero caos donde yo no podría vivir. »
La vida da muchas vueltas.. ¿ y si mañana por las raras circunstancias de la vida aparecerás en las condiciones todavía peores en plan de caos y higiene? ¿ vas a suicidarte? No, segurisimo que no, intentarás sobrevivir y adaptarse. Al fin te sentirás satisfecho igual que el cocinero de la India. Los que manadan son circunstancias y el hombre es el único animal que se adapta a todo. …» esa dimensión de la naturaleza humana es la que, realmente, me parece fundamental»
Los valores espiritualas y emocionales no dependen en absoluto de las condiciones de la vida. La vida por si misma es lo que tiene valor, el modo de vivir y sentirla es la cosa personal. Respeto todas las variedades , es que somos muy distintos, gracias a Díos.Un abrazo, Antonio.
La capacidad de adaptación del ser humano es grande, sobre todo la del niño, pero a medida que pasan los años disminuye.
Ni siquiera como visitante ocasional soportaría verme inmerso en un medio social como la Delhi vieja. No hay el menor asomo de crítica en mis palabras.
Ese cocinero, con un hermano enganchado a la droga y una situación económica precaria, es la prueba de que la vida merece la pena ser vivida. Él optó con valentía por seguir adelante.
Tu último párrafo es certero. Das en el blanco. Haces una tasación práctica e inteligente (ya me tienes acostumbrado a ello) de esta cuestión. En esto no somos distintos sino iguales. Que disfrutes del fin de semana.
Me ha encantado el artículo. Ese canto a la vida a todas las vidas, no es frecuente hoy en día. Pero lo comparto de pleno. Y esa afirmación de que merece la pena aunque conlleve sacrificio, dedicación… es otra gran verdad.
Enhorabuena.
Gracias, Mara, por tu comentario. Y gracias, sobre todo, por compartir de pleno el punto de vista aquí expuesto, que puede resumirse diciendo que toda vida tiene sentido y toda vida merece respeto.
Te dejo el enlace de un blog de historia ameno e interesante, a mi entender. El autor es un compañero de trabajo de mi hijo mayor. Por si te apetece echarle una ojeada.
http://elretro-visor.com/
Saludos cordiales.
muchas gracias, allí voy
«A lo mejor, desde nuestro lugar en el mundo, todos tenemos acceso a las grandes experiencias que constituyen el sustrato en el que enraíza el ser humano». Cada comunidad indígena que he visitado tiene un aprecio por su entorno y la vida que nos asombra, vibran con la vida que conservan y con esas plantas y animales se comunican a profundidad. Y nosotros en esta que llaman la sociedad de más, cada vez nos volvemos más prisioneros de las cosas que se consumen y se votan. Aunque la tecnología nos entrega el placer inmenso de conectarnos, seguirnos en los pensamientos y aprender desde nuestras orillas.
En esta entrada hablaba de la vida individual, pero se pueden ampliar las conclusiones, como tú haces, a la vida colectiva, a esa comunidades indígenas integradas en una naturaleza que conocen y respetan, de la que forman parte, como todos la formamos por mucho que nos alejemos de ella.
Ciertamente la tecnología tiene la ventaja de que tú, en Colombia, y yo, en España, podemos comunicarnos e intercambiar ideas.
Gracias, Guillergalo, por este segundo comentario. Un abrazo.