III
Como los penitentes avanzo paso a paso,
olores aspirando a rancios comistrajos,
a humedades, a lutos, a tenaces hierbajos
creciendo en las junturas del gris adoquinado,
creciendo entre las tejas de los viejos tejados
de alero y caballete levemente ondulados.
Cuando miro a la izquierda en el cruce primero,
como un aldabonazo en mitad de mi pecho,
como el gong de la infancia vibrando en el silencio
de esta mañana clara, como los polvorientos
volúmenes guardados con amoroso esmero,
inapelable surge la voz de mis ancestros.
Está muy bien el poema. Me gusta.
Muy valiente eso de atreverse con la poesía.
Gracias, Mara. Yo diría osado. Siempre he cultivado la poesía. Ahora menos, casi nada. La considero una vía de conocimiento y un tributo a la belleza. Saludos cordiales.
el hombre que anda como un gato
🙂 Que anda, que olfatea, que escruta, que se desplaza silenciosamente como esos felinos. Has dado una clave de comprensión del poema. Saludos cordiales.
Revivir el recuerdo de nuestros ancestros y las sensaciones particulares de cada etapa de la vida es un regalo prodigioso. Tu poema me remitió a un pasaje del libro “Fuerte como la muerte” de Guy de Maupassant: “Notaba Bertín revivir en él recuerdos lejanos hundidos en el olvido y que de pronto volvían sin saber por qué. Surgían rápidos y de todo género, y tan numerosos que parecía como que una mano removía el fondo de su memoria. En el fondo de los frascos viejos de tocador había hallado a menudo, partículas de su existencia. Todos los olores erráticos de las calles, de los campos, de las casas, de los muebles, los dulces y los amargos, los ardientes de las noches de verano, los helados de las de invierno, le llevaban lejanas reminiscencias, como si los olores guardasen en sí embalsamadas las cosas muertas».
Buen fin de semana.
De esa rememoración ancestral sabes largo y tendido. Eres un maestro en esa tarea literaria y existencial, como lo has demostrado en tu serie «Historias de palabras». Para los romanos, para los chinos, para tantos pueblos el respeto y el culto a los mayores es consustancial a su cultura.
Actualmente, según mi impresión, se menosprecia ese anclaje, como si surgiésemos de la nada, como si no formáramos parte de una cordada.
Anoto el libro de Maupassant que tan detallada y evocadora descripción hace de ese recuerdo rescatado del pasado. Un abrazo.