170.-En época de crisis se acentúan las tendencias totalitarias. Dado que la situación se presta, se procede a imponer normas y restricciones. Acallar las críticas es más fácil. Basta con colocar a sus portavoces el sambenito correspondiente.
171.-Cualquier persona decente sabe que el fin no justifica los medios.
172.-Una sociedad sana se resiste a la manipulación. Es decir, una sociedad compuesta por individuos con capacidad para reaccionar.
Hay autores que hablan de sociedad muerta o en trance de estirar la pata. Es aquella en la que se ofrece felicidad y toda clase de facilidades a cambio de abdicar de la individualidad, o sea, de la libertad.
La existencia de ciudadanos que plantan cara, siendo por ello anatemizados y estigmatizados, permite albergar esperanzas.
En ellos no ha triunfado la normalización. Los ajustes han sido rechazados. Su voz no ha sido sustituida por los megáfonos oficiales.
Frente a la uniformidad dominante con visos de servidumbre, ellos dan la batalla.
173.-Comenta Emma: “A veces me abruma la evidencia de que marchamos en una única dirección, sin desviaciones, alternativas ni mucho menos rectificaciones. De que se explota y fomenta el encauzamiento a un estado de bienaventuranza, del que unos son los gestores y otros los administrados”.
Y me pregunta: “¿Se puede calificar esa situación de despotismo ilustrado?” “Esa etiqueta le viene corta”.
174.-Emma tiene una amiga con una lengua de escorpión. Pero en política, que es a lo que se dedica, una mala lengua es una buena cosa. Tiene también un sentido del humor chirriante.
Al parecer una lengua y un humor de esas características son armas que reportan beneficios. Emma no lo duda.
Saber cómo y dónde clavar el aguijón, arreglárselas para presentar cualquier cuestión bajo una luz favorecedora, ser caradura con aplomo es todo un mal arte.
Cuando la contradicen o la pillan en un renuncio, se da por ofendida o se mosquea. Su mala conciencia, que se manifiesta en esas reacciones, es sólo comparable a su capacidad para hilvanar enternecedores recuerdos infantiles, ateniéndose a los cuales hay que concluir que se pasaba las horas vistiendo y desvistiendo muñecas.
También, picaronamente, reconoce que le encantan las cenas con bogavantes.
175.-Un pueblo culto no tolera ni la corrupción ni la manipulación ni la demagogia.
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