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Posts Tagged ‘hermano de Emma’

356.-Me cuenta Emma que su cuñada ha aborrecido el vino. “Se ha vuelto abstemia” “Ni hablar. Se ha pasado a la cerveza, pero a la auténtica: a la alemana, a la belga, a la irlandesa, no a esta que estoy tomando que, en su opinión, no es más que una bebida de cebada” “No sabía que fuera una entendida” “De eso se las da.

“Pero a mi hermano le sigue gustando el tinto. El otro día fue al supermercado y compró un Rioja crianza de 2015 que estaba a buen precio. Para almorzar descorchó la botella. Pues bien, señalándola con dedo acusador y frunciendo el ceño, mi cuñada preguntó: ¿tú me has pedido permiso?».

357.-Una amiga de Emma, mientras tomaban el té con galletitas inglesas en uno de sus encuentros “at five o’clock” de los jueves, en plan poético-intelectual con un toque “new age”, soltó: “Los sentidos son cinco farolas. Cuando se apagan se hace la oscuridad” “Supongo que algo replicaste” “Sí, y no se lo tomó a bien. Dije que ella era una radio. Con apagarla era suficiente para no escuchar tantas pampiroladas.

“En otra ocasión esa misma amiga que, cuando está en vena, no hay quien la pare, hablando de la evolución, nos recordó que el hombre desciende del mono. Como nadie se inmutara, preguntó: ¿No lo creéis así? Depositando gentilmente mi taza en el plato blanco de filo dorado, respondí: Esa teoría está anticuada. El hombre está emparentado con la langosta”.

358.- Estaban sentadas en la terraza de un bar, tomando una copa, hablando animada e ininterrumpidamente. El tema de conversación era los maridos, en activo o fuera de servicio, que no salían bien parados. Al que no le sobraba le faltaba algo. El que no era autoritario era un cantamañanas. El que no se llevaba todo el santo día tirado en el sofá, se iba y regresaba a las tantas.

Una de ellas confesó que su ex no fumaba ni trasnochaba ni era mujeriego ni borracho ni manirroto pero que ella, sencillamente, no lo soportaba.

Otra, harta de las arbitrariedades de su media naranja, pilló un enfado monumental y le comunicó que no estaba dispuesta a seguir con él ni un día más, que lo aguantara su madre. «Con su cachaza habitual, que me ataca los nervios, replicó que eso mismo dirían a nuestro hijo cuando llegase el momento”.

Por ocupar una mesa cercana, cada vez más incómodo, asistía a ese repaso que una morenita pizpireta resumió así: «Los hombres son unos seres básicos, predecibles y rutinarios». Me levanté. Las mujeres callaron.

Luciendo la más encantadora de mis sonrisas, no pude contenerme y pregunté: “¿No se cansan de poner a parir a los maridos?” “Por favor. No son ustedes tan importantes” «Por supuesto. No merecemos que se nos preste tanta atención. Hay temas de conversación mucho más interesantes».

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