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Posts Tagged ‘orugas’

Siempre hablamos de las mismas cosas
Perdidos como estamos en este laberinto
¿De qué íbamos a hablar sino de la hipotética salida?

Porque barruntamos que esa puerta hacia un espacio luminoso existe
Hacia los siempre verdes campos que circundan
Estos largos y oscuros corredores
Por donde vamos y venimos
Orugas presurosas y atrapadas en este mundo subterráneo

Porque nos debatimos bravamente en las profundidades
Donde a veces hemos llorado de desesperación
Cuando nos encontramos en un recodo de estos sinuosos pasillos
Nos paramos y nos pasamos información
Hacemos acopio de valor para seguir excavando nuevas galerías

Siempre que nos vemos
Siempre que el azar nos pone frente a frente
Hablamos de lo mismo
Nuestras miradas se dirigen al norte o al sur
A caminos aún inexplorados

Después seguimos perforando la tierra
En busca de ese cielo esplendente
De esas suaves praderas coloreadas de flores
De ese mundo hospitalario
Que nos resistimos a creer que sólo sea una leyenda

 

 

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La Colonia Memento

Berta, una oruga de las Perladas, se enamora de Asmodeo, un lagarto demagogo y pinturero.
Ese amor imposible, que se convertirá en la comidilla de la Colonia Memento, sólo le traerá disgustos y, por último, la abocará al ostracismo.
Pero en la Colonia no faltan las preocupaciones, hasta el punto de que las orugas se verán obligadas a elegir un rey para hacer frente, entre otros, al problema de las desaparecidas.
La historia se divide en cuatro libros: La Colonia Memento, El cenotafio de las desaparecidas, La coronación del Rey y La última procesión.

La novela empieza así:

Las orugas, como correspondía a su estado natural, estaban de buen humor. No es que fueran unas santas, ni se entendieran entre ellas a las mil maravillas. De hecho, había celos y rivalidades. No faltaban tampoco los chismorreos ni las zancadillas. Con todo y con eso, las orugas gozaban de un excelente estado de ánimo, que tendía a mejorar notablemente incluso con los acontecimientos más nimios.
Pero éste no era el caso, porque el hecho de que la Luna hubiese entrado en cuarto creciente no podía calificarse de tal, a pesar de tratarse de un fenómeno cíclico y, por tanto, conocido y esperado.
Cabía calificarlo, más bien, como un acontecimiento contradictorio. Por un lado, las orugas se alegraban; por otro, como no salían nunca de noche, podría afirmarse que el disfrute de esa novedad era meramente intelectual. Para ponerse más contentas les bastaba con saber que la Luna se estaba llenando.
Esto tiene su explicación. Las orugas son amantes de la luz, que es, para su subsistencia, tan necesaria como un puñado de hojas frescas. De la luz solar, se entiende.
Pero la claridad lunar, aunque les produce regocijo por la sencilla razón de que es mil veces preferible a la oscuridad, les resulta inquietante. Hay muchas orugas a las que esa pálida luminosidad les parece inauténtica y la comparan con un sudario que recubre, mermándola y trastocándola, la belleza de los campos.

Esta novela se publicó en Libros En Red en 2009
http://www.librosenred.com/libros/lacoloniamemento.html

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