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Posts Tagged ‘realidad interior’

En la entrada del 5 de septiembre, Pla deja constancia de algunas verdades cuya verificación está al alcance de cualquier lector.
La premisa de la que parte es la inefabilidad de la realidad interior, la imposibilidad de expresarla, de formular cabalmente lo que pensamos y lo que sentimos.
Estamos atrapados en la ratonera de las contradicciones insolubles, a las que hay que sumar la pobreza de medios expresivos.
Otro impedimento es el rechazo o la negación, en mayor o menor medida, de lo que escondemos tras la careta social, de lo que somos.
El escritor de Palafrugell señala también la intrínseca debilidad del ser humano, que preferimos ignorar, avergonzándonos de ella como de un vicio inconfesable.
Existe un abismo entre el hombre solo y el hombre público. El segundo es un desmentido del primero, su patética contrahechura, el cancerbero que impide el paso a la autenticidad. Gabriel Celaya dejó escrito estos versos: “A solas, soy alguien. / En la calle, nadie”.
Ese nadie se interpone como una barrera infranqueable en la asunción y expresión de la realidad íntima, ya de por sí problemática.

“Cuando no podemos aclarar la nebulosa interna, decimos habitualmente: yo ya me entiendo… Los borrachos dicen lo mismo. Sospecho que los niños, cuando no consiguen hacerse entender, piensan lo mismo. Mi idea, pues, es que la intimidad es inexpresable por falta de instrumentos de expresión, que su proyección exterior es prácticamente informulable. (…)
“Y, por si esto no fuera bastante, están todos los monstruos invencibles: la vanidad, el tartufismo, la educación, el egoísmo, el convencionalismo, la envidia, (…). Metidos en este juego de fuerzas oscuras pero de gran peso, las contradicciones íntimas son permanentes. Por ejemplo: yo tiendo en público, o cuando escribo, a combatir el sentimentalismo por pornográfico y antihigiénico, pero lo cierto es que, personalmente, soy una especie de ternero sentimental, evanescente. Cuando me encuentro solo, a veces río –o a veces se me cae una lágrima desprovista de toda justificación racional, contraria a todas las exigencias de la razón que defiendo ante la gente. (…)
“Ante muchas cosas, soy de una debilidad ridícula. Una gota de sangre, el dolor físico, la presencia de un muerto, (…) me sumergen en un estado de debilidad tan morbosa y dolorida que la siento de una manera física. En realidad sólo soy fuerte para aparentar –encontrándome en público- que tengo el sentido del ridículo despierto”.

 

 

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